Actualmente la producción de arándanos es un buen negocio en la medida que el rendimiento de un huerto en promedio supere las 10 ton/ha. Las tecnologías de regulación de carga frutal, nutrición racional y riego, son el sostén de alta productividad, y aseguran además una calidad y condición de cosecha capaz de soportar largos períodos de viaje, manteniendo la calidad del producto apetecido por los consumidores. Desde el punto de vista de la nutrición, alcanzar los niveles adecuados de suministro de nutrientes en el suelo y al mismo tiempo mantener relaciones óptimas entre ellos, es la clave para obtener alta productividad en huertos de arándanos. A pesar de ello, es uno de los factores de manejo, que menos importancia le ha otorgado el productor. No es posible elevar la productividad del cultivo, cuando los niveles óptimos nutrientes en el suelo, no han sido alcanzados.
02-abr-2018
Los niveles de acidez y aluminio en un 50% de los casos se encuentran bajo los niveles críticos. Ambos parámetros que dan cuenta del origen de los suelos volcánicos del sur de Chile y su natural tendencia a la acidificación, son dominantes en cuanto a la disponibilidad y equilibrio de los nutrientes en el suelo. La acidez de los suelos limita el crecimiento de los cultivos debido a una combinación de factores, entre los cuales está la toxicidad por aluminio y manganeso, liberados debido al incremento de la concentración de ion hidrógeno (H+). Esto tiene a su vez un efecto per sé sobre los cultivos, y la deficiencia de nutrientes esenciales, especialmente calcio, magnesio, potasio, sodio, fósforo y molibdeno. Por su parte, el aumento de los niveles de aluminio en el suelo baja la eficiencia de la fertilización, debido al escaso desarrollo radical que alcanza la planta. Con ello, la capacidad de captar nutrientes del suelo disminuye. Además, la capacidad del suelo para fijar el fósforo aumenta, porque se establecen fuertes enlaces con el aluminio, impidiendo la absorción de este nutriente esencial para las plantas. Al analizar el contenido de nitrógeno en el suelo en más de la mitad de los casos, el nitrógeno foliar marca por debajo de los límites de concentración crítica en el suelo afectando el rendimiento actual, en el corto y mediano plazo comprometiendo el vigor producción de yemas reproductivas, producción de brotes basales de renuevo en los huertos. La correlación de los niveles bajo de nitrógeno en suelo y a nivel foliar es alta, marcando deficiencia en un 50% de los casos en estudio.
Lo anterior, es de suma relevancia, debido a que el manejo del N en arándanos debe ser muy ajustado y racional puesto que fertilizaciones excesivas con este nutriente correlaciona directamente con el ablandamiento de la fruta. No obstante lo anterior, al parecer los resultados de los análisis de suelo indican que la reducción de las dosis de nitrógeno en pos de una mayor firmeza de fruta, han llegado a un extremo donde es posible observar niveles deficientes de nutriente en el cultivo. El N es constituyente de vitaminas, proteínas, ácidos nucleicos, hormonas del crecimiento, acelerador de la división celular y del crecimiento de las raíces, cumple un rol fundamental en la síntesis de clorofila y por ende en la fotosíntesis. Es el responsable directo del desarrollo foliar de las plantas, del crecimiento de los brotes, de la producción del cultivo y el desarrollo de las yemas florales para el período productivo siguiente, siempre y cuando presente un nivel adecuado en los tejidos de la planta. La absorción de N desde el suelo está mayormente regulada por la demanda que por la oferta, la cual principalmente se generaría a través de flujo de masas por medio de la absorción de agua necesaria para reponer pérdidas por transpiración, al igual como ocurre con la absorción de otros nutrientes como Ca y Mg.
La dosis de aplicación del fertilizante N en arándano se debe realizar de acuerdo a la edad y rendimiento de la planta, ya que una aplicación excesiva o tardía produciría retraso del crecimiento (elongación) de madera del año (brotes) debido a estímulos sucesivos de flujos de crecimiento aumentando el riesgo de daño durante la época invernal, retraso del desarrollo de las yemas florales hasta muy tarde en otoño exponiéndolas a las bajas temperaturas invernales, maduración tardía de bayas y desbalance en la planta junto a un excesivo vigor. La principal reserva de nitrógeno mineral del suelo se encuentra en la materia orgánica, en la cual es posible encontrar una fracción activa, N-orgánico activo, y una fracción pasiva, N-orgánico pasivo, conformando ambas fracciones el N-total del suelo. Siendo el N-orgánico activo el que participa de la nutrición durante la temporada de cultivo. Cerca de 90% de la materia orgánica de los suelos corresponde a fracción humificada y estabilizada, el resto materia orgánica activa potencialmente disponible a los cultivos.
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