Los socios de Gea Enzymes, todos menores de 26 años, desarrollaron la primera plataforma de inteligencia artificial que permite diseñar enzimas y proteínas que tengan una aplicación industrial, para acelerar procesos en áreas como los alimentos y farmacéuticas.
26-mar-2018
El despegue ha sido rápido. En apenas tres años, los creadores de Gea Enzymes, Leonardo Álvarez (26 años), Francia Navarrete (24 años) y Juan Duarte (25 años), todos estudiantes de Ingeniería en Biotecnología en la Universidad Andrés Bello, pasaron de los laboratorios universitarios a Silicon Valley.
El salto vino de la mano de la "hija" de los tres socios: MADI -Molecular Afinities Dinamics Interphase-, la primera tecnología a nivel mundial para detectar y diseñar enzimas y proteínas que pueden ser útiles para acelerar procesos en industrias como la de los alimentos, ingredientes y farmacéutica, que también permite hacerlos más económicos e, incluso, más limpios.
Se trata de una plataforma de inteligencia artificial que mezcla la biotecnología y la informática al utilizar algoritmos para identificar enzimas que pueden servir para solucionar un problema en una industria o mejorar procedimientos.
"Ahora, por ejemplo, estamos trabajando en una enzima que es capaz de modificar las grasas saturadas a nivel molecular, lo que le ayuda a la industria a crear nuevas texturas, como transformar una grasa que es sólida a cierta temperatura a líquida. Eso puede servir en la nutella o para evitar que un alimento contenga grasas trans", explica Leonardo Álvarez.
El descubrimiento y desarrollo de esta plataforma les ha traído resultados insospechados. En su primer año de funcionamiento, en 2015, fueron apoyados por el programa Austral Incuba, de la Universidad Austral, y por Corfo, y fueron elegidos dentro de los 100 Jóvenes Líderes de la Revista Sábado.
Y el gran trampolín que hoy los tiene operando en San Francisco llegó un año después, en el World Cup Tech Challenge 2016, una competencia internacional para startups y nuevas tecnologías que organiza Microsoft, en la que participaron y que -aunque no obtuvieron el primer lugar- llamó la atención del jurado y les abrió las puertas de Silicon Valley.
"Quedamos en el segundo lugar, pero uno de los miembros del jurado era el director científico de IndieBio -que es la mayor aceleradora de negocios biotecnológicos del mundo- y le encantó el proyecto. Después de la competencia se nos acercó, nos invitó a conocer el laboratorio y nos ofreció un espacio ahí e invertir US$ 250 mil en la empresa", comenta Leonardo Álvarez, y detalla que aceptaron la propuesta y se trasladaron a EE.UU. por cuatro meses, para ser parte del programa de aceleramiento de IndieBio.
No es todo. Hace algunas semanas, al presentar Gea Enzymes a través de un día de demostraciones de IndieBio -donde las startups que han trabajado con esta aceleradora presentan sus proyectos a distintos inversionistas-, lograron captar inversiones por US$ 1 millón, provenientes de capitales de Estados Unidos, Corea e Italia, con lo que ampliarán sus laboratorios en Chile y comenzarán a trabajar en una nueva versión de MADI.
Además, hace algunos días, fueron seleccionados para participar en el programa de alimentos y bebidas de Plug and Play Ventures -de donde han salido compañías como PayPal y Dropbox, valoradas en más de US$ 1.000 millones- con lo que mantendrán oficinas en Silicon Valley y una conexión directa con gigantes de los alimentos como Hershey's, Tyson, PepsiCo y Panasonic.
En Chile falta invertir
En la partida, los socios de Gea Enzymes comenzaron trabajando en Chile con viñas y empresas del sector lácteo, con la idea de ayudar a la liberación de aromas y eliminar las grasas saturadas, respectivamente.
Si bien han mantenido algunos temas en sus investigaciones y desarrollos, como es el caso de las grasas, creen que si hubiesen seguido en Chile no habrían podido continuar, ya que ninguna empresa estuvo dispuesta a invertir en desarrollar soluciones en conjunto con ellos.
"Nuestro modelo de negocios es ayudar a una empresa a catalizar un desarrollo, hacerlo en conjunto, y luego ellos aplicarlos en su proceso final y nosotros tener un royalty de esa solución. Pero en Chile eso no existe y ninguna empresa se arriesga a explorar ese modelo. Por eso nunca logramos hacer nada acá", afirma Leonardo Álvarez.
En San Francisco conocieron la realidad opuesta, donde las grandes empresas del rubro de los alimentos llegaban a tocarles la puerta para pedir ayuda y buscar soluciones en conjunto.
"Todas las empresas allá están buscando innovación, porque saben que es la forma de seguir vigentes en el mercado. Varias compañías han creado una nueva división que es para hacer una búsqueda de las tecnologías que están saliendo en startups. Tienen departamentos de innovación que de verdad funcionan y gracias a eso nosotros hemos logrado tener nuestros primeros contratos", añade.
De hecho, Francia Navarrete plantea que ese es el punto débil de las empresas chilenas, ya que el ambiente emprendedor y de innovación ya está instalado a nivel de estudiantes en el área de la biotecnología.
"Ese ambiente ya está a nivel de estudiantes, al menos en nuestra universidad, y se ve bien promisorio, porque gracias a programas como los que impulsa Corfo no está el problema del financiamiento", afirma.
Y Leonardo Álvarez añade, con seguridad, que "Chile va a ser definitivamente un referente en la innovación biotecnológica".
El paso que viene
En menos de tres años de funcionamiento, Gea Enzymes ya ha logrado captar unos US$ 1,7 millones en total, de los cuales obtuvieron US$ 1 millón solo en la ronda de inversionistas de IndieBio, provenientes de la acelaradora y de las empresas Doosan, de Corea, y Hi-Food, de Italia. Y el potencial que ven en la compañía no tiene techo.
"La versatilidad de Gea Enzymes es algo que la diferencia de la mayoría de las startups de biotecnología. Ellos han demostrado tener la habilidad de dar un alto valor a los clientes de diferentes industrias, con sus necesidades que son únicas, mientras que la mayoría de las compañías están concentradas solo en un mercado y en un producto", explica el director de programas y socio de IndieBio, Alex Kopelyan.
Con eso, asegura que cuentan con mayor libertad para desarrollar productos distintos y comercializarlos si así lo quieren, y también atender a muchos clientes a la vez.
La relación con los inversionistas es similar a la de una compañía tradicional. Se realizan reuniones de directorio cada tres meses, para informar todos los avances tecnológicos de la compañía y sus estados financieros, donde el principal inversionista -la empresa coreana Doosan- tiene un puesto.
"Como estamos separados, varias conferencias se realizan por internet, aunque queremos que la primera reunión sea en Chile, en abril, para inaugurar nuestro nuevo laboratorio y porque siempre es bueno reforzar el lado humano", comenta Francia Navarrete.
En esas instalaciones, donde sumarán seis nuevos científicos, el objetivo es trabajar de cabeza en una nueva versión de MADI, que podría revolucionar la industria de los alimentos.
"De aquí a 18 meses, el objetivo es lograr que nuestra plataforma sea capaz de desarrollar nuevas enzimas, que no existen en la naturaleza. En ese plazo vamos a tener un prototipo a escala de laboratorio, y sus aplicaciones son virtualmente infinitas", proyecta Leonardo Álvarez.
Sin consiguen desarrollar esa nueva versión de MADI, aseguran que procesos de la industria de los alimentos y de las farmacéuticas que hoy son químicos, como todos los pasos previos para desarrollar un fármaco que requieren procesos de altas temperaturas y variaciones en el pH, podrían reemplazarse por procesos enzimáticos, lo que los haría más eficientes, más baratos y con menos residuos, ya que los costos de producir una enzima son muy bajos.
"Si en la industria de los alimentos alguien quiere desarrollar un sabor que no existe o un olor nuevo, ya no tendrá que extraerlo de una planta, que hoy es muy ineficiente porque requieres plantarla en varias hectáreas, cortarla y obtener un extracto con procesos químicos... Eso lo podrías llegar a hacer a partir de azúcar, por ejemplo, solo de azúcar, y con una enzima transformarla en un sabor particular", explica el socio de Gea Enzymes como uno de los posibles usos que podría tener el desarrollo en el que están trabajando, y que a nivel mundial ninguna empresa ha conseguido todavía.
1,7 millones de dólares han captado en los últimos 3 años.
Paloma Díaz Abásolo
Campo/ El Mercurio
Fuente: Economía y Negocios