Se les conoce como bioestimulantes naturales, biopesticidas y biofertilizates y representan el cambio del sector agrícola tradicional hacia cultivos más sostenibles que reduzcan el uso de los productos químicos y eviten así problemas para la salud humana (baste pensar en el reciente caso de los huevos con restos de pesticida fipronil). El residuo cero es una técnica de cultivo que combina el uso de biopesticidas con productos químicos de bajo impacto, utilizados estos últimos sólo cuando es necesario, con el objetivo de obtener cosechas exentas de residuos fitosanitarios. Esta técnica no es ecológica pura porque permite utilizar más tratamientos o soluciones para la nutrición y protección de los cultivos que en ese tipo de agricultura.
14-sep-2017
«Hace años no había alternativas a los químicos pero a día de hoy la tendencia es a utilizarlos conjuntamente; las grandes empresas de fitosanitarios también lo saben y está apostando por soluciones más naturales», explica Amaya Jordá, portavoz del grupo Agrotecnología. La compañía alicantina trabaja desde hace 30 años en el sector y acaba de crear junto a la Universidad Miguel Hernández (UMH) una Cátedra de Bioestimulantes Naturales.
Utilizan sustancias como los azúcares (sacarosa, fructosa), colas de caballo, Jabón potásico como productos biocidas para control de plagas, etc. También usan productos alimenticios como aceite de girasol, lactosuero, lecitina de soja, vinagre.
«Algunas de las materias activas que se utilizan son extractos vegetales y microorganismos (que favorecen el desarrollo de la planta); extractos aromáticos que atraen a insectos polinizadores, mejorando la polinización de los frutos. Se usan también insecticidas naturales (Piretrinas, jabones potásicos) y aminoácidos vegetales que aumentan las defensas naturales de la planta. El producto final se asemeja al de la agricultura ecológica, pero lógicamente no son lo mismo. El Residuo Cero nació como consecuencia de la dificultad que presenta la agricultura ecológica para controlar algunas enfermedades en determinados cultivos o para controlar con efectividad grandes explotaciones. No representan ningún peligro para la salud de quien los consume. En exportación empieza a demandarse ahora, sobre todo las grandes cadenas de alimentación. Suiza, Alemania o Bélgica son los países que mas demandan este tipo de productos», explica Juan Nieto, miembro del laboratorio de Bodegas El Progreso. La firma está a punto de sacar al mercado su primer aceite sin residuos porque ya cuentan con un primer cliente en el mercado internacional. «Es algo nuevo, desconocido para muchos consumidores europeos, pero puede suponer una salida incluso para los productores ecológicos. Antes de perder una cosecha por alguna razón los agricultores podrían vender como producto «residuo cero», ya que el eco no admite casi ningún tratamiento. La ventaja es con esta práctica se conseguirán cosechas más sanas y respetuosas con el medio ambiente, además de tener unas cosechas tan regulares como la agricultura tradicional», detalla Nieto. Los mercados del vino y del aceite español tienen una oportunidad, según él, para posicionarse en este incipiente sector, que va ganando adeptos entre las grandes superficies y el cliente final.
Dificultades legales
Sin embargo, y aunque la Política Agraria Común esté fomentando estas soluciones, uno de los principales problemas con los que se encuentra la industria de los biopesticidas, especialmente las pequeñas y medianas empresas, es el arduo proceso de registro en la Unión Europea, en términos de coste y tiempo. El proceso de registro de los biopesticidas, de origen natural es exactamente el mismo que el de un fitosanitario químico. «¿Cómo puede ser que un extracto de ajo, el mismo que se utiliza para la industria alimentaria y que tiene demostrada una acción sobre una plaga que afecta un cultivo, para poder venderse como biopesticida tenga que pasar un registro fitosanitario que le supone a una empresa el coste de ocho años y 1 millón de euros? Es el mismo proceso de registro que se aplica a un producto de síntesis química del que no se sabe cuál es su efecto en la naturaleza, ni salud», concluye Jordá.
Fuente: Fresh Plaza