Cada vez hay más apoyos para manipular el planeta contra el cambio climático

Un experimiento que emitirá partículas para reducir la radiación que llega a la superficie en 2018 ha recaudado 6,5 millones de euros. Algunos creen que la investigación debió arrancar hace una década.

04-abr-2017

Dos científicos climáticos de la Universidad de Harvard (EEUU) están preparando experimentos atmosféricos a pequeña escala que podrían ofrecer nueva información sobre la viabilidad y los riesgos de alterar el clima deliberadamente para reducir el calentamiento global.

Sus iniciativas formarían parte de los primeros experimentos de geoingeniería que salen de un laboratorio controlado o un simple modelo informático. Las pruebas subrayan la creciente sensación de urgencia de la comunidad científica de estudiar seriamente la posibilidad a medida que aumenta la amenaza del cambio climático.

En algún momento del próximo año, los profesores David Keith y Frank Keutsch esperan lanzar un globo de gran altitud atado a una góndola equipada con hélices y sensores, desde unas instalaciones de Arizona (EEUU). El dispositivo, bautizado como StratoCruiser, rociaría la atmósfera con un fino vapor de materiales como dióxido sulfúrico, alúmina y carbonato de calcio. Los sensores entonces medirían la reflectividad de las partículas, el grado al cual se dispersen o se fusionan y sus interacciones con otros compuestos dentro de la atmósfera.

Los investigadores propusieron el experimento en un trabajo de 2014. Pero en una reciente conferencia de geoingeniería celebrada en Washington D.C. (EEUU), Keith afirmó que ya han empezado a trabajar en los diseños en colaboración con la empresa de pruebas de globos World View Enterprises. También han entablado conversaciones sobre la estructura de gobernanza apropiada para tal experimento, y planean establecer un órgano independiente para revisar sus propuestas.

Durante el Foro sobre Investigaciones Estadounidenses de Geoingeniería Solar, celebrado en el Fondo Carnegie para la Paz Internacional, Keith afirmó: "Nos gustaría realizar los primeros vuelos el próximo año".

En una entrevista anterior con MIT Technology Review, Keith remarcó que los experimentos no pretenden demostrar la fiabilidad de la propia geoingeniería, pero sí deberían proporcionar datos útiles sobre este método concreto, el cual ha estudiado exhaustivamente, conocido como gestión de la radiación solar.

La idea básica es que rociar la atmósfera con determinados tipos de partículas ayudaría a reflejar más calor hacia el espacio exterior. Los científicos creen que podría funcionar porque la naturaleza ya lo hace. Grandes erupciones volcánicas han liberado decenas de millones de toneladas de dióxido sulfúrico al cielo, lo que contribuyó a unas temperaturas globales más bajas durante los siguientes meses.

Lo que está menos claro si la tecnología permitirá controlar las temperaturas a nivel mundial, qué materiales rendirán mejor y cuáles podrían ser los efectos climáticos secundarios. De forma notable, las erupciones volcánicas previas también han reducido los niveles de precipitaciones en algunas partes del mundo, y se sabe que el dióxido sulfúrico daña la capa de ozono de la atmósfera.

Keith ya ha empleado modelos informáticos para analizar otros materiales que podrían tener un impacto neutro sobre el ozono, incluido el polvo de diamantes y la alúmina. A finales del año pasado, publicó un trabajo junto a Keutch y otros compañeros en el que encontró que el uso de calcita, un mineral hecho de carbonato de calcio, "podría enfriar el planeta a la vez que repara la capa de ozono".

Las pruebas de globos podrían proporcionar información sobre la interacción real entre estas sustancias y los precursores del ozono en el mundo real y ofrecer datos que podrían ayudar a refinar nuestra comprensión sobre la geoingeniería solar. El investigador sentencia: "Tenemos que medir en el mundo real porque la naturaleza te puede sorprender".

Keith matiza que aún es demasiado pronto para afirmar si sería viable llegar a desplegar alguna tecnología de geoingeniería. Pero lleva años argumentando que es necesario aumentar el conocimiento sobre su potencial y sus riesgos, ya que la estrategia tiene muchas probabilidades de reducir los riesgos del cambio climático. Subraya que el impacto medioambiental de los experimentos será insignificante, ya que emplearían como mucho, un kilogramo de materiales.

La financiación inicial de los experimentos procedería de subvenciones que la Universidad de Harvard concederá a Keith y Keutsch como profesores nuevos. El Programa de Investigaciones de Geoingeniería Solar de la universidad, un esfuerzo multidisciplinario que será lanzado esta primavera para estudiar la viabilidad, los riesgos, la ética y los problemas de gobernanza de la geoingeniería, podría aportar fondos adicionales. En el momento de la redacción de este artículo, la iniciativa había recaudado casi 6,5 millones de euros del cofundador de Microsoft Bill Gates, la Fundación Hewlett, la Fundación Alfred P. Sloan, fondos internos de la Universidad de Harvard y otros filántropos.

Los que se oponen a la geoingeniería sostienen que el sistema climático es demasiado complejo como para interferir en él, que los riesgos mediambientales son demasiado graves o que incluso tan sólo el hecho de hablar de "arreglos" tecnológicos podría reducir la presión para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

Hasta la fecha sólo se han realizado dos experimentos de geoingeniería al aire libre: unos investigadores de la Universidad de California en San Diego (EEUU) rociaron la atmósfera con partículas de sal en la costa de California como parte del experimento E-PEACE de 2011, y unos científicos en Rusia dispersaron partículas de sulfato desde un helicóptero y un coche en 2009. El llamado experimento SPICE en Reino Unido se hundió rápidamente en 2012, tras ser criticado por el público y entre acusaciones de conflicto de intereses después de que varios científicos involucrados solicitaran una patente.

En una entrevista anterior, la antigua directora adjunta del Laboratorio Nacional Lawrence Livermore de EEUU Jane Long recalcó que los investigadores de geoingeniería deben hacer todo lo posible para garantizar suficiente información pública, oportunidades de opinar y una supervisión apropiada, especialmente si dependen de fondos privados. Pero aseguró que ha llegado el momento de empezar a estudiar en serio el potencial del enfoque dados los crecientes peligros del cambio climático. La experta concluye: "Deberíamos haber empezado hace una década. Es crítico saber tanto como podamos lo antes posible".

Fuente: MIT Technology Review

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