Renovar para sobrevivir: los desafíos técnicos y económicos de las pomáceas en el siglo XXI

La presentación técnica de Dagoberto González pone sobre la mesa las claves del futuro para las pomáceas chilenas: eficiencia, innovación y una gestión que reduzca costos y aumente calidad.

15-jul-2025

Fuente y Fotografía: Diario Frutícola

La industria chilena de pomáceas -especialmente la producción de manzanas- enfrenta uno de sus mayores desafíos en décadas: rentabilidad amenazada, variedades obsoletas, huertos envejecidos y consumidores cada vez más exigentes en términos medioambientales.

En el contexto de PomaExpo, el ingeniero agrónomo Dagoberto González, desde el Departamento Técnico de Unifrutti en Linares, sintetizó una hoja de ruta clara y necesaria: transformar los sistemas de producción para garantizar su viabilidad económica y ambiental en el siglo XXI.

González señala que el sector ha salido de una prolongada crisis, y aunque hay recuperación, se trata de un negocio de margen estrecho. Las cifras lo evidencian: para obtener rentabilidad, un huerto debe alcanzar al menos 50 toneladas por hectárea con calidad de exportación. Sin embargo, el promedio nacional está por debajo de esa cifra, y los costos -especialmente en mano de obra e insumos- siguen al alza.

Una de las claves para mejorar la eficiencia está en rediseñar los huertos: siluetas simples, densidades altas (2.500 a 3.500 plantas por hectárea), estructuras bidimensionales y un enfoque claro en la mecanización de labores como poda, raleo y cosecha.

"Toda labor que involucre mano de obra incide directamente en los costos. Si no hacemos huertos adaptados a plataformas y maquinaria, seguiremos perdiendo competitividad", enfatiza el ingeniero.

Las plataformas de cosecha, por ejemplo, han demostrado ser más eficientes, sobre todo cuando se trabaja con cuadrillas organizadas, permitiendo eliminar el uso de escaleras y mejorar la productividad por persona.

Renovación varietal: entre clones mejorados y nuevas apuestas

La renovación de huertos es costosa (US$ 40.000 por hectárea), lo que limita su implementación a empresas medianas y grandes. La variedad Gala sigue siendo la más importante, y por ello, la reconversión ha girado hacia clones mejorados y variedades club como Rosy Glow o Galaval.

Asimismo, se están evaluando nuevas alternativas como Ambrosia, Kanzi, Sweetango, Kissabel, Samboa, Luiza e Isadora, aunque no todas han mostrado resultados consistentes. González advierte que es clave hacer un seguimiento riguroso de cada variedad, considerando su productividad, comportamiento en postcosecha y factibilidad comercial.

Otro avance técnico relevante es el uso de portainjertos de la serie Geneva (G202, G935 y G41). Estos materiales ofrecen mayor tolerancia al replante, mejoran la resistencia a plagas como el pulgón lanígero y presentan menor emisión de sierpes.

Los resultados son contundentes: en huertos de manzano Brookfield sobre G202, la producción acumulada a la quinta hoja supera los 77.000 kilos por hectárea. En variedades como Galaval, el portainjerto G41 alcanzó 96.000 kilos acumulados en cuatro años.

Sustentabilidad: de la cubierta vegetal al carbono del suelo

En materia de sustentabilidad, el enfoque ha cambiado. Se priorizan prácticas como:

  • Uso de mulch sintético, que ahorra hasta un 30 % de agua y energía
  • Incorporación de cubiertas herbáceas multiespecie
  • Aplicación de enmiendas orgánicas ricas en materia biológica
  • Reducción del uso de herbicidas e insumos químicos
  • Uso de biofertilizantes que reducen drásticamente la huella de carbono (de 9.800 kg CO₂/ha a solo 3,4 kg CO₂/ha)

Estas acciones no solo responden al cambio climático, sino también a las exigencias de los mercados y consumidores internacionales.

El manejo frutal moderno incorpora agricultura de precisión, sensores de riego, energías renovables y hasta drones para aplicaciones o polinización. No obstante, González es enfático: "La tecnología es una herramienta, pero la clave sigue estando en el profesional que pisa el huerto", dice González.

La capacitación del personal técnico y la gestión eficiente de la información son, a su juicio, pilares que deben acompañar cualquier innovación.

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