Ciencia e industria apuestan por macroalgas chilenas para bajar emisiones de metano

Investigadores nacionales han demostrado en pruebas de laboratorio que incorporar algas marinas locales al alimento de rumiantes podría reducir la producción del gas de efecto invernadero hasta en 99%. Ahora, los científicos iniciaron pruebas directamente en animales con resultados igualmente alentadores.

06-feb-2025

Fuente: Santo Tomás en Línea | Fotografía: Pixabay

Algas marinas chilenas podrían desempeñar un rol en la lucha global por reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Esto, por medio de un proyecto local que apunta a modificar la dieta de rumiantes.

El impacto ambiental de la ganadería, en particular la emisión de metano derivada de procesos digestivos de los rumiantes, ha cobrado relevancia en los últimos años.

Por otro lado, múltiples estudios muestran que incorporar algas marinas en su dieta podría reducir la producción de estos gases. Ahora, una iniciativa nacional, liderada por investigadores de la Universidad Santo Tomás (UST), en colaboración con la Fundación para la Innovación Agraria (FIA), está explorando esta solución incorporando algas marinas locales (pardas y rojas) en la dieta de estos animales, con el objetivo de reducir significativamente la producción de este gas de efecto invernadero.

A juicio de los científicos, el proyecto abre la posibilidad de desarrollar un cultivo sostenible de algas para reducir la emisión del metano y beneficiar así tanto el sector ganadero como al medioambiental.

La iniciativa surgió a partir de estudios en países como Nueva Zelanda, Italia y Australia, en los cuales se había demostrado que ciertas algas rojas y pardas podían disminuir la producción de este gas en el ganado, explica Marcela Ávila, bióloga marina, directora del centro de investigación CAPIA UST y una de las líderes del proyecto. "Hay una diversidad de algas bien interesantes en nuestro país, entonces empezamos a buscar qué es lo que tenemos y vimos que había algunas especies que podían funcionar para este objetivo".

Tras dos años de investigación, los ensayos arrojaron una reducción de hasta 99% en las emisiones de metanos. Para evaluar este efecto, los científicos realizaron experimentos de laboratorio con algas rojas y pardas, utilizando un sistema de digestión in vitro que simula el proceso digestivo de los rumiantes. "Se probaron diferentes combinaciones y proporciones de algas, midiendo la cantidad de metano producida en cada caso", dice Ávila.

La bióloga advierte que los resultados fueron obtenidos en condiciones controladas y que la siguiente etapa será validarlos en animales reales, donde esperan "tener una reducción menor al 90%, pero igualmente significativa".

Para esa segunda fase, el equipo se encuentra evaluando la palatabilidad, es decir, verificando si los animales aceptan las algas en su dieta. Las pruebas se están haciendo con vacas lecheras en la Región de Los Lagos, con resultados alentadores. "Hemos visto que el grado de aceptabilidad ha sido óptimo, lo cual es un buen indicio", comenta Ávila.

Carmen Luz Barrios, Decana de la Facultad de Recursos Naturales y Medicina Veterinaria de la UST, explica que la producción de metano en el ganado ocurre principalmente durante la fermentación de la fibra de sus alimentos. La principal fuente de emisión son los eructos de estos animales, agrega Ávila.

El mecanismo por el cual las algas disminuyen las emisiones de este gas se debería a la presencia de compuestos halogenados y florotaninos que, al ser incorporados en la dieta de los rumiantes, afectan a las bacterias metanogénicas en su sistema digestivo, según explica Barrios.

El objetivo a largo plazo del proyecto es desarrollar un aditivo que pueda ser implementado a nivel industrial.

Francine Brossard, directora ejecutiva de FIA, asegura que las empresas del sector lechero en Chile han mostrado interés en la implementación del potencial producto. "Ellos están ávidos de ver los resultados para aplicarlos en su producción", afirma.

Sin embargo, un desafío es garantizar el abastecimiento sostenible de algas rojas, insumo clave para desarrollar el suplemento.

Para abordar esta problemática, Brossard dice que FIA ya considera una siguiente etapa del proyecto centrada en el cultivo controlado de algas para garantizar su disponibilidad sin afectar los ecosistemas marinos.

Ávila destaca que Chile posee un enorme potencial para el estudio y cultivo. "Tenemos unas 400 especia de algas bentónicas, de las cuales solo 14 se utilizan comercialmente".

Francisco Corra, investigador del Instituto del Desarrollo Sostenible de la Universidad Autónoma de Chile, quien no es parte de este proyecto, asegura que existe suficiente evidencia científica que respalda el rol de las microalgas oceánicas para controlar el efecto invernadero en la atmósfera. A su juicio, la iniciativa de investigación es fundamental, junto con otras medidas internacionales, para reducir el metano.

"Permite darle una vida útil más prolongada a este material vegetal. Ya no sería solo simplemente fijar CO2 y luego almacenarlo (proceso que hacen las algas naturalmente mientras están en el agua), sino alimentar a otros animales con él", destaca Correa.

Actualmente, el proyecto de investigación cuenta con la colaboración de Aproleche Osorno, Agrollanquihue, FuturoCoop y Seawedd Export Company (SECO).

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