El evento meteorológico del pasado 12 de noviembre ha generado cuantiosos daños, sobre todo en las regiones de O’Higgins y del Maule. Ante este escenario, es relevante conocer qué acciones se pueden ejercer para ayudar a los cultivos afectados, evitando un escalamiento en las pérdidas.
13-dic-2018
Gamalier Lemus, investigador de INIA Rayentué, señala que en la región de O´Higgins, el área afectada por granizo abarcó las áreas comprendidas entre La Compañía, Codegua, La Punta y San Francisco de Mostazal, siendo esta última la más afectada.
"Tras visitar algunos predios del sector, se han detectado especies frutales con daños de diversa intensidad, llegando incluso a un 100% de pérdida de la fruta y el follaje", indica Lemus.
Según estimaciones realizadas por el experto del INIA, los parrones de vid y de kiwi perdieron entre el 70% y 100% del follaje, lo que prácticamente acabó con su producción potencial. Esto se suma a daños en la madera, observándose heridas expuestas.
En nogal, si bien hubo mucha fruta dañada, las estimaciones más reales se apreciarán en las próximas semanas.
En el caso de los perales y manzanos, la fruta dañada alcanzó entre un 70% a 90%.
"48 horas después del suceso, determinamos que entre el 60% y 90% de los frutos de carozos sufrieron daños, sobre todo en huertos de cereza, ciruela, duraznero y nectarino", precisó.
Respecto de los arándanos en la región del Maule se habla de "pérdidas casi totales", especialmente en Parral y sectores de precordillera al oriente de esta comuna, como Talquita y La Orilla, donde hubo huertos con defoliación en torno al 50%, considerables golpes y heridas en fruto.
En este contexto, Carmen Gloria Morales, investigadora y transferencista de INIA Raihuén, explica que el impacto de la granizada en los huertos puede provocar daños tanto a nivel de planta como de fruto, por lo que será posible apreciar "heridas y golpes en frutos, corteza, brotes, ramas y ramillas, defoliación y otros que generan un desorden fisiológico en la planta".
Sin un manejo adecuado, estos daños provocarán que los tejidos de los cultivos inicien un proceso de muerte o senescencia, lo que generará hormonas como el etileno y ácido abscísico, que terminarán por limitar el desarrollo vegetativo de la planta y el crecimiento de frutos sanos.
Cómo ayudar a la recuperación de los cultivos
Las claves para contribuir a que los cultivos se recuperen y no empeoren su situación se basan en tres manejos agronómicos: una criteriosa poda para los cultivos afectados, una adecuada fertilización y tratamientos que permitan mantener la sanidad de las plantas, particularmente de aquellas que sufrieron la pérdida total de la fruta.
En desglose, las recomendaciones para arándanos indicadas por los investigadores de INIA son:
PODA: realizar una poda de limpieza para eliminar frutos, brotes y ramillas afectados por el granizo, como puede ser un despunte o un raleo de ramas dañadas.
Morales indica que estas labores permitirán una estimulación para mayor crecimiento de la planta, facilitando la generación de carbohidratos y entregando un potencial aumento de producción para la temporada siguiente, con mejor calibre y condición de frutos sanos.
La experta añade que un mes después del daño generado por el granizo se deberá realizar una poda complementaria, siempre y cuando se aprecie una reactivación del desarrollo vegetativo y que el frutal haya aumentado su densidad foliar, lo que dependerá de la variedad afectada.
"Con esta poda se deberán eliminar uno o dos ejes interiores, de manera que ingrese suficiente luminosidad al interior de la planta y mejore la ventilación. Esto estimulará la inducción de yemas florales para la próxima temporada", especifica Morales.
FERTILIZACIÓN: en este punto, asegura Morales, el productor tendrá que analizar el nivel de daño que han sufrido los cultivos y, a partir de ahí, tomar una decisión.
Si las pérdidas fueron parciales, una alternativa es seguir prácticas y manejos de acuerdo al programa anual, y complementar con aplicaciones de bioestimulantes a fin de recuperar las estructuras vegetativas y productivas. Sin embargo, si el daño es catastrófico, se debe pensar en no cosechar en la presente temporada y recuperar la estructura de la planta para la próxima cosecha, dando prioridad al manejo de recuperación vegetativa.
En este sentido, los manejos recomendados en función del grado de daño en cada huerto se pueden revisar en la Figura 1.
MANEJO FITOSANITARIO:para realizar un adecuado manejo fitosanitario, Morales recalca que es clave que la poda elimine las estructuras vegetativas y frutos dañados. Eso sí, advierte que "se debe considerar que una poda en primavera puede aumentar las probabilidades de infección con enfermedades de la madera tales como cancrosis, muerte regresiva y plateado, entre otras", advierte la experta, por lo que será vital aplicar pasta poda en los cortes realizados tras la limpieza.
"Los riesgos de sufrir el ataque de agentes patógenos aumentan debido a que, en épocas lluviosas, hay una gran liberación de esporas de hongos en el ambiente, que utilizan las heridas producidas por los granizos y la poda como puerta de entrada a la planta", sostiene. Como medida de protección, dice la investigadora de INIA, se pueden usar formulaciones a base de cobre. Esto ayudará no sólo a combatir hongos, sino también a otros agentes patógenos que intenten llegar a la planta.
Por último, la importancia de realizar las acciones indicadas inmediatamente ocurrido el evento y en los meses siguientes, antes de la entrada en receso del cultivo, para no afectar la acumulación de reservas e inducción de yemas frutales, es fundamental para la producción de la siguiente temporada, comenta Morales.
Recomendaciones para frutales mayores
En el caso de los frutales mayores, Lemus propone considerar el aspecto sanitario de las plantas, por lo que cerezos, kiwis, nogales, ciruelos y durazneros con pérdida total de la fruta, deben tratarse para la protección contra la entrada de bacterias, a través de las heridas producidas por el fenómeno.
En los huertos de cerezo con daño parcial, surge el temor de presencia de insectos y hongos que colonicen la fruta dañada que permanece en la planta, afectando la sana.
Para proteger las plantas, el uso de cobre, por ejemplo, debe hacerse con formulaciones que no afecten las hojas por toxicidad. El uso de antibióticos sólo se debe hacer si no se va a cosechar la fruta. Es recomendable usar insecticidas para evitar insectos que van a libar y transmitir otros patógenos en frutos dañados, respetando programas y carencias.
Los abonos nitrogenados deben reducirse o suspenderse, de acuerdo al porcentaje de fruta perdida. Sin embargo, Fósforo, Potasio y Magnesio deben seguir aplicándose en los programas de fertirrigación. También, en 4 a 6 semanas se debe establecer un programa de aplicaciones foliares de microelementos, especialmente Zinc, que por lo habitual, está en niveles bajos en la región de O'Higgins.
Los riegos deben readecuarse a la pérdida del follaje, hasta que comience la natural "rebrotación" de la planta, que demorará 2 a 3 semanas, para recuperar las hojas y brotes presentes hasta el momento del evento.
La poda para recomponer la estructura de la planta, se debe hacer sólo en caso de excesivo daño, considerando que la productividad de la próxima temporada resultará comprometida.
Tanto en kiwi como en cerezo, el riesgo de PSA y PSS debe hacer ponderar el problema de las múltiples heridas que podrían ser fuente de entrada de la bacteria, en aquellos sectores donde haya presencia de la enfermedad, especialmente dada la inestabilidad climática de este período y el riesgo de días fríos, húmedos y hasta con presencia de lluvias.
Fuente: INIA Chile