El gerente agrícola de Viña Undurraga, Francisco Valdivieso, llamó poderosamente la atención en la última Conferencia & Exhibición de Redagrícola con su planteamiento sobre las innovaciones que parecen estar “digitalizando” el campo. Plantea que, si los monitoreos pretenden lograr algo más que mapas coloridos para adornar las paredes e impresionar a los visitantes, deben estar respaldados por sistemas de gestión. En su caso la medición de vigor vegetacional y el mapeo de suelos son ya prácticas incorporadas, pero solo porque han demostrado que aportan en la relación costo/beneficio. Otras innovaciones, asegura, tienen que recorrer camino para comprobar su utilidad.
21-mar-2018
El ingeniero agrónomo Francisco Valdivieso trabaja desde 1996 en Viña Undurraga. A los dos años de su arribo, la empresa decidió contratar un completo programa de gestión, pero este no incluía la parte agrícola y por lo tanto fue necesario desarrollarla. El trabajo, en el cual participó intensamente junto con sus colaboradores, le tomó más de un año. Significó un gran aprendizaje, al mismo tiempo que dominó lo que considera una herramienta fundamental en su labor.
-El tema del manejo agrícola en un 70% es gestión -señala el entrevistado-. Desde que llegué a la viña mi prioridad fue siempre saber qué tengo que controlar. Es clave conocer cómo estoy parado en términos de dónde gasto más y dónde puedo ahorrar. No se puede comandar un área saltándose etapas, ni tampoco se saca nada con inyectar tecnología si no se tiene un sistema que indique cuánto va a significar de costos e ingresos.
Hoy dirige cerca de 800 hectáreas plantadas: 30 en Alto Maipo, 30 en Talagante, 170 en Leyda, 140 en Codigua, 130 en Cachapoal, 170 en Colchagua y 135 en Cauquenes. En esos campos ha sido muy selectivo en términos de adopción de prácticas de lo que se ha dado en llamar agricultura de precisión; ocupa el mapeo de suelos y la medición del vigor vegetacional en aspectos muy precisos.
Hace poco menos de 15 años, vivió la experiencia de salir a terreno acompañado de especialistas de una empresa de agricultura de precisión. Llevaban una pantalla con una imagen donde se encontraban graficados los distintos vigores de las plantas.
-Nos pusimos en los bordes entre sectores y caminamos. Yo miraba las plantas de un lado y del otro y efectivamente se notaba la diferencia. Fue como encontrar que realmente la tecnología te podía ayudar, porque hasta ese momento lo que hacíamos era que el enólogo iba a probar la uva al campo para después decirnos que juntáramos tal y cual sector. Luego nosotros recorríamos en la camioneta marcando con banderas. Así funcionaba.
Al principio usaron las imágenes para establecer podas diferenciada. Sin embargo, el trabajo de marcar con banderas las distintas áreas en 60 cuarteles, requería de un esfuerzo considerable, que había que repetir cada año. Por otra parte, algunos podadores no cumplían las instrucciones y a los mismos encargados de controlar se les pasaba en ocasiones. En las condiciones reales a veces la tecnología de punta no resulta todo lo práctica que se desea.
-Funciona mejor si la persona sabe que cuando ve una planta más débil tiene que podarla con dos cargadores en lugar de tres, con dos pitones en vez de cinco -remarca el gerente agrícola-. Eso no se lo vas a estar diciendo con banderas. Igualmente, antes de pensar en usar una máquina de aplicación diferenciada de fitosanitarios, deberíamos ser capaces de usar bien las convencionales, con las boquillas que corresponden, con tractoristas cuidadosos que no rompan la bomba y, lo más relevante, con las planillas adecuadas para controlar lo importante… A eso me refiero con no saltarse peldaños.
En la producción de uva para vino la calidad tiene una relación inversa con el vigor de la planta asociado al crecimiento de los racimos. Si las bayas son más grandes, hay una mayor proporción de pulpa respecto de la piel, siendo esta última la que aporta antocianos, taninos y otros fenoles. Por lo tanto, la proporción de dichos compuestos disminuye y la calidad enológica es menor. De allí la ventaja de retirar los racimos de manera diferenciada. Sin embargo, argumenta Valdivieso, no se saca nada con tomar las imágenes, cosechar por separado y mandar los racimos aparte, si después en la bodega el enólogo lo junta todo porque le faltan cubas o simplemente porque no le dio importancia al tema.
-Entonces antes de la trazabilidad hay que tener una comunicación súper buena con el enólogo, tener "buena onda", almorzar juntos, para caminar en dirección a las mismas metas. Empiezas a construir una historia donde sabes el potencial y vas obteniendo resultados consistentes año a año. Ves que en tus cuarteles se comienza a cumplir el objetivo que tenías cuando lo plantaste.
En los campos de la empresa sacan imágenes aéreas (con avión) de vigor cada dos años, la mitad de la viña en una temporada y la otra mitad a la siguiente. Una empresa especializada en agricultura de precisión les presta este servicio y entrega los resultados del análisis.
-Las viñas producen distintos tipos de vinos. Tienes campos o sectores que van de calidad reserva para arriba, y campos o sectores que van de varietales para abajo. En estos últimos vas a aplicar más riego, buscas más vigor, apuntas a sacar más kilos: 20 toneladas, 25, 30, 35 t/ha, dependiendo de tus fines. Y vas a preferir un suelo fértil, profundo, que te aporte la base para esa productividad. Cuando el fin es conseguir de reserva para arriba, prefieres arcillas rojas, con granito, menos fertilidad en el suelo para dominar un vigor más equilibrado, con un racimo que pese menos y un grano pequeño, proporcionalmente con más piel conteniendo tanino, antociano y fenoles para lograr la calidad del vino. Además el vigor reducido posibilita una mejor exposición al sol y otros factores beneficiosos.
Después, en la fase de tipificación, durante la degustación en bodega, se distingue notoriamente lo que proviene de los sectores vigorosos respecto de aquellos con menor vigor, confirmando que la separación anduvo bien.
-Yo he trabajado mucho el tema de gestión, de trazabilidad, y en el tema de integrar con enología, con comercial y agrícola, porque tú sabes que en una viña tienes un cierto programa de ventas, y a partir de la venta tienes que calcular los kilos que necesitas y las hectáreas de cada variedad. Cuando no tienes un sistema donde todos los responsables interactúen, eso es súper engorroso.
La medición de la conductividad electromagnética de los suelos ha prestado una gran utilidad en la definición de unidades lo más homogéneas que ha sido posible para el diseño de los cuarteles antes de la plantación. Pero en ningún caso ha sido la única tecnología utilizada. Se complementa con el uso intenso de calicatas y estudios edafológicos. La integración de todos estos procedimientos ha ido en aumento. Primero, con la experiencia de plantación en Leyda, luego en el fundo Almahue (Cachapoal) y culminando en Cauquenes, donde los cuarteles y el riego se diseñaron completamente a partir de la información obtenida.
-Evidentemente la homogeneidad que se logra no es perfecta, porque hay una relación costo-beneficio, y mayores subdivisiones pueden resultar muy caras. No se trata de hacer locuras. Pero hay una proporción alta que haces calzar en función del estudio de suelo. Pongo de ejemplo a Cauquenes, porque todos los objetivos que se habían fijado en ese campo se han ido cumpliendo.
La sectorización también permite asignar los cultivares.
-El Cabernet va a funcionar en los suelos rojos, más profundos. En zonas más húmedas irá un Carménère. En áreas más pobres, variedades de racimos más grandes, como Grenache, Carignan, y Sirah en algunos sitios que estresen más.
El estudio de suelos también fue ocupado como una herramienta importante al momento de decidir la compra de un campo:
-El terreno tenía partes muy buenas y partes muy malas, y necesitábamos saber cuál era la proporción de ellas. Decidimos invertir los 30.000 a 50.000 pesos por hectárea que nos iba a costar hacer las mediciones. Resultó que alrededor del 80% correspondía a arcilla densa, lo que no servía para nuestros fines en esa oportunidad. No lo compramos. Fue una buena decisión porque, aunque nos costó unos 6 millones de pesos, el precio total en juego era del orden de $1.000 millones.
La mecanización de la cosecha ha ido ganando espacio en Viña Undurraga. Comenzaron hace unos siete años con los varietales y poco apoco se aventuraron con los de categoría reserva, comprobando que, al menos a esos niveles, no hay detrimentos en la calidad. No obstante, la uva para los vinos top, TH y Founder, se mantienen con cosecha manual.
Francisco Valdivieso estima que la calidad de sus vinos premium, como TH, se ha incrementado al ir afinando el conocimiento y selección de los sectores en que se produce. No puede establecer una cifra económica, pero indica que los premios logrados con esa marca justifican el esfuerzo invertido.
El empleo de máquinas facilita el trabajo por sectores dentro de un cuartel, bien señalizado. Sin embargo, en el caso de contratar cosechadoras externas muy probablemente significará un cobro adicional, ya que el proceso se hace un poco más lento.
Valdivieso enfatiza que el fundamento para dar sentido a los monitoreos de vegetación o de suelos es el sistema de gestión. Este le permite saber lo que ocurre en cada etapa:
-Desde las jornadas para la poda hasta el costo por kilo, el costo por cuartel, por qué me salió más caro esto, por qué me salió más barato aquello. Por ejemplo, la tendencia del costo de la mano de obra va siempre creciendo, pero en un momento nos dimos cuenta de que había un salto demasiado grande en un par de años, de un 20%. Sin el sistema hubiéramos seguido pedaleando sin identificar el alza, hasta que estuviera por las nubes. Vimos que teníamos un 60% de la mano de obra al día y un 40% a trato, y resolvimos cambiar la proporción. Hoy estamos en un 75-80% a trato. La consecuencia fue un alza del rendimiento de las personas y, aun cuando subió el costo por día, bajó brutalmente el número total de jornadas, con lo cual, si no bajó el costo por hectárea al menos lo mantuvimos o no subió tanto.
-¿Hay forma de cruzar las informaciones del software de gestión con las que genera la agricultura de precisión?
-No lo tengo pasado a un plano, me sale difícil. Pero nosotros sabemos todos los costos por cuartel, de insumos, mano de obra, facturación y costo final por kg. Mi unidad económica es el cuartel, aunque también es posible ver los campos completos. Puedes ver si un cuartel se cayó y verificar qué pasó, si fue por vigor, por nematodos, por lo que sea. Un ejemplo: todos sabemos que las plantas de Cabernet obtenidas por selección masal bajan su rendimiento a partir de los 7 a 10 años (hoy día solo ponemos clonales), y en Colchagua identificamos a través del sistema los cuarteles que estaban dando más costo por kg y problemas de calidad. Se optó por transformar esa espaldera en mínima poda, y hoy ves los resultados: se redujo el costo por kg porque se produce el doble y la calidad ya se conecta con ese costo.
El sistema integra también los reportes de calidad efectuados por el enólogo. Así, por ejemplo, un informe dirá que en el cuartel 27 de uno de los fundos entregó 500 litros de vino fino "a", 1.000 de fino "b" y 3.000 de fino "c".
-Existe un trabajo gigante detrás de eso, mucho más importante que meter un dron al campo. Porque no sacas nada con tener fotos de infrarrojo si no puedes relacionarla con la gestión. Además, antes de adoptar una tecnología que te va a aportar información debes saber cuánto tiempo vas a tener que destinar a procesarla, porque tal vez termines contratando gente para eso. Por lo tanto, necesitarías más recursos humanos para hacerlo. Tengo mi duda de si se paga y si somos capaces de llevarlo a cabo. Cultivos como el cerezo o el nogal, con grandes utilidades por hectárea, le pueden meter mucho más tecnología que en las viñas porque el negocio está muy ajustado. Yo no rechazo la tecnología; tengo un fundamento de presupuesto, de lo que puedo llegar a realizar y de lo que es útil realmente para sacar un resultado. Estoy lejos de pretender que seamos "la" viña tecnológica, ni los capos de la innovación; para nada. Puede haber otras viñas haciendo más cosas. Es solo el mensaje que hemos hablado: veamos qué es primero, qué es segundo y qué es tercero.
Fuente: Red Agrícola