A los 93 años de edad sigue trabajando como académico en la UC del Norte. Las estructuras que revolucionaron la captación de agua en zonas áridas surgieron en una época de escasez del recurso. "Había que defenderse con pistola", recuerda.
30-oct-2017
"Es un triunfo saber que uno morirá, pero parte de uno quedará", confiesa el investigador Carlos Espinosa (93), al referirse a la labor que aún cumple como docente en Física aplicada en la Universidad Católica del Norte, en Antofagasta.
Al investigador, nacido al interior de la localidad de Taltal, después de casi sesenta años aún se le reconoce por su revolucionario invento: el atrapanieblas.
Una idea que se expandió como alternativa ante la grave escasez de agua. Hoy los nuevos diseños captan hasta 300 litros de agua, y en un contexto en que la Organización Mundial de la Salud advierte que hacia 2025 la mitad de la población mundial vivirá en zonas con escasez.
El primer atrapanieblas surgió en medio de una sequía extrema en Antofagasta, en 1956. Espinosa recuerda que junto a otros investigadores trabajó en instalar un rudimentario primer diseño en las cercanías del cerro El Ancla. "Nos decían los locos, porque estábamos sacando agua donde no había", dice.
"Yo tenía cinco hijos, menores, y la ciudad no tenía agua. La cantidad asignada era apenas de unos ocho litros diarios por familia. Con pistola llegó a defenderse (el agua), con fusil", añade el académico, quien egresó de la Universidad de Chile.
Y sobre su invento, agrega: "Al momento de pasar la niebla se mojaban los hilos y empezaban a llorar agua. Fue muy ingenioso, pero muy simple. Después nos dimos cuenta de que el viento se llevaba mucha agua". Ese problema lo llevó a diseñar un modelo conformado por octaedros cubiertos de polietileno para evitar que el viento arrastrara la estructura.
En 2015 una réplica de su diseño se exhibió en el museo Palais de Tokyo, en París, en una muestra internacional que incluyó obras de científicos y coleccionistas. "Nunca he ganado un peso. Nunca he cobrado", dice.
Espinosa incluso donó la patente del invento a la Unesco, por medio de la UC del Norte.
"Ha sido la carta más notable que he recibido", asevera, mientras observa el documento que le envió el director de la entidad en 1983, comprometiendo su apoyo financiero para el proyecto de atrapanieblas y felicitándolo por la iniciativa.
La capacidad inventiva también llevó a Espinosa, en 1957, junto a otros investigadores, a desarrollar las primeras exploraciones en energía solar en el país.
"Se reían de nosotros porque se nos ocurrió usar el sol para cocinar, calentar agua y para la luz. Se habían inventado en esos años equipos fotovoltaicos y nos dimos cuenta de que esta zona era la mejor del mundo", recuerda.
Fuente: Economía y Negocios