Cledia Vásquez se ha dedicado por más de 30 años a la agricultura en su huerto ubicado en las cercanías del Lago Budi, en la región de La Araucanía, y hace unos años comenzó a incorporar flores a su predio pues, además de embellecer, entregan otra serie se servicios que permiten compatibilizar la actividad productiva con la recuperación y conservación de los ecosistemas. “Las bandas florales son parte de un agroecosistema saludable”, sostiene Cledia, quien es parte de una campaña del Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP) para promover esta práctica en el marco del programa Transición a la Agricultura Sostenible.
05-mar-2024
Fuente y Fotografía: País Circular
La agricultora Cledia Vásquez es la protagonista de un video tutorial difundido desde hace unos días por INDAP para promover el uso de Bandas Florales en la agricultura. En la grabación explica cómo se realiza esta práctica, qué tipo de cuidados requiere, qué tipo de flores usar y, sobre todo, los beneficios que le ha otorgado a su predio: "Te ayudarán a mejorar la biodiversidad" y "sus aromas atraerán insectos polinizadores y depredadores que contribuirán a controlar plagas".
Las bandas florales son una forma de restauración del territorio, de volver a los usos ancestrales y de recuperar la tierra dañada tanto por factores climáticos como por el ser humano, comentó Cledia en conversación con País Circular.
"Pertenezco a una agrupación, la Mesa de la Mujer Rural en La Araucanía (…), donde la mayoría de las asociadas tenemos más de 50 años, incluso algunas tienen 70 u 80 años; casi todas son o eran huerteras y en sus huertas siempre tenían flores, entonces cuando empezamos a conversar sobre la forma de orientar nuestra organización hacia conceptos agroecológicos vimos que un punto en común eran las flores", relata la agricultura y agrega que fue así como hace tres años comenzaron a trabajar con bandas florales, a promover esta práctica y el uso del concepto, que es conocido a nivel mundial como parte de la agroecología.
Cledia Vásquez es de Puerto Domínguez, en las orillas del Lago Budi, al oeste de la región de La Araucanía, donde vive junto a su familia en las tierras de los ancestros de su marido, de origen mapuche. Allí instaló su emprendimiento "Huertos doña Margarita" -llamado así en homenaje a la bisabuela de sus hijos, Margarita Paillán-, donde produce plantas medicinales y aromáticas para aceites esenciales, entre otros productos. Esa es su actividad comercial, sin embargo, su actividad agrícola va mucho más allá, promoviendo la conservación de la biodiversidad de la zona y la recuperación de la tierra.
"Llevo 30 años haciendo restauración en la ribera del Lago Budi, una zona de secano costero muy erosionada por el viento, la lluvia, el exceso de carga animal, y la agricultura muy extensiva, que fueron deteriorando el suelo: Como medida para mitigar los efectos del viento costero nosotros empezamos a colocar cortinas de árboles".
Cledia relata que la mayoría de las prácticas que fue aplicando las tomó de la cultura mapuche, de las personas del territorio, "que son muy conocedores de todo lo que el espacio les brinda". Posteriormente empezó a aprender más sobre agroecología con expertos de La Araucanía, y luego tuvo la oportunidad de viajar y asistir a seminarios "sobre esta forma de relacionarse con la agricultura, y me he dado cuenta de que todos los elementos que la ciencia ha ido ratificando son las mismas conductas que tienen los mapuche en su relación con la tierra".
La Mesa de la Mujer Rural en La Araucanía trabaja con el respaldo de INDAP, que asigna profesionales y personal de apoyo para las diversas asesorías. Una de las personas que trabajó con la Mesa por más de 12 años fue Iris Ortiz, quien se caracterizaba por llevar flores a todas partes, cuenta Cledia.
"Ella trabajó mucho en terreno, se desplazaba por todas las Mesas Comunales de la Mujer Rural, y en cada reunión que había llevaba flores, porque tenía un jardín bonito y decía que las flores alegraban todos los espacios. Cuando visitó mi huerto lo encontró bonito pero triste, y me sugirió que junto a mis plantas medicinales colocara flores, las de los jardines antiguos, porque eso le faltaba a mi espacio. Escuchando sus consejos empecé a buscar bulbos, semillas, a través de los Trafkintu - intercambios-, y fue resultando algo bien bonito, bien armónico", relata la agricultora de Puerto Domínguez.
Así, junto con embellecer su predio, Cledia empezó a observar los beneficios de las flores, como por ejemplo que atraían polinizadores e insectos que ayudan a controlar plagas; también comenzó a aprender de agroecología y vio que las flores ayudaban a mantener los ecosistemas, al tiempo que contribuían a su producción agrícola, y hace unos años su agrupación empezó a transitar hacia esa forma de hacer agricultura.
"Recuperar la biodiversidad de los territorios, sobre todo con las plantas que son de los mismos espacios, con las flores que albergaban los insectos que son autóctonos y se fueron perdiendo por la fumigación, se transformó en una bandera de lucha dentro de La Mesa la Mujer Rural de La Araucanía, y como constatamos que en muchos lugares se estaba trabajando con el concepto de bandas florales, hace tres años decidimos adoptar esta práctica de forma masiva dentro de la agrupación. Decidimos hacerlo en honor a la señora Iris, a su alegría, al entusiasmo con el que trabajaba, a la alegría que nos daba con sus flores; ella tuvo una enfermedad muy cruel y fue apagándose a poquito, hasta que falleció hace algunos días", señala la agricultora de La Araucanía.
La dueña de Huertos doña Margarita subraya que el concepto de bandas florales está hace mucho tiempo en otros países, y "acá en Chile también se usa, hay investigación, la agricultura orgánica ha hecho sus procesos de estudio, lo que pasa es que no se transmite, por el tipo de mirada económica que tiene el país".
Desde INDAP, su director nacional, Santiago Rojas, comenta que Cledia Vásquez es un ejemplo de los productores y productoras que han evidenciado con su trabajo que las bandas florales contribuyen significativamente a la conservación de la biodiversidad y al aumento de la producción agrícola a largo plazo. "Actualmente, nos encontramos con experiencias de este tipo en gran parte de las regiones del país, y nuestra tarea es llevar a cada una de las 16 regiones a tener experiencias similares, para profundizar el conocimiento de cada territorio, y visibilizarlo para que esta excelente práctica de bajo costo se replique desde Arica a Magallanes".
Consultado sobre la posibilidad de cuantificar el beneficio que otorgan las bandas florales, el director nacional de INDAP señala que se puede hacer grosso modo, y que cada vez hay más especialistas dedicados a este tema. "Un investigador de la Facultad de Agronomía de la Pontificia Universidad Católica implementó bandas florales en un huerto sostenible de hortalizas de la Región Metropolitana y observó lo que indica la mayor parte de los estudios: mayor biodiversidad de insectos, se fortalece la polinización (que se traduce en incrementos de productividad en algunos cultivos), mayor presencia de controladores biológicos, lo que fortalece un enfoque de manejo integrado de plagas que permite reducir el uso de pesticidas tóxicos, entre otros".
Los estudios a los que se refiere hablan principalmente de cuatro grandes beneficios de las bandas florales: conservación de la biodiversidad, porque proporcionan hábitats y alimento para una amplia variedad de insectos beneficiosos, aves y otros organismos; polinización, dado que atraen polinizadores como abejas, mariposas y otros insectos, mejorando la polinización de cultivos cercanos y aumentando su rendimiento y calidad; control de plagas, debido a que atrae insectos beneficiosos que ayudan a reducir la presencia de plagas en los cultivos, disminuyendo así la necesidad de utilizar pesticidas químicos; y mejora de la calidad del suelo, pues las plantas en las bandas florales ayudan a mejorar la estructura y fertilidad del suelo, así como a reducir la erosión y la lixiviación de nutrientes.
Entre las flores que ha estado recuperando, Cledia menciona los jacintos, los jazmines y, especialmente la caléndula, o "chinita". "Es una flor que tiene un tremendo poder en la incorporación en el huerto, porque es colaboradora, ayuda a mantener el equilibrio, aporta belleza, es comestible y, además, tiene un increíble potencial en la cosmética natural".
También destaca a la lavanda, "una flor maravillosa que se acostumbra a todos los lugares, requiere poca agua y también tiene doble propósito, porque se puede utilizar en aromaterapia o simplemente para embellecer tus espacios".
"No hay que ser experta para cultivar estas flores tradicionales de cada territorio", agrega y explica que las bandas flores pueden ser hechas en forma lineal, en círculos o como cortinas, alternadas con los cultivos, según la necesidad del predio. "Es muy poco el cuidado que requieren, solo debemos regarlas según su necesidad y la disponibilidad de agua que tengamos".
El director nacional de INDAP comenta que las bandas florales pueden ser implementadas en una amplia variedad de contextos agrícolas, tanto huertos de hortalizas, frutales, frutales menores y viñedos, entre otros: "Existen ciertas consideraciones relacionadas con el tipo de cultivos, el tamaño del predio y las condiciones climáticas pero, en general, las bandas florales son una práctica de agricultura sustentable adaptable y beneficiosa para la mayoría de los sistemas agrícolas. Desde INDAP junto a INIA, quienes nos aportan conocimientos técnicos, nos hemos enfocado en aportar conocimientos que se requieren para adaptar las bandas florales a las necesidades y características de cada predio y en el contexto territorial donde se desenvuelve la actividad".
Santiago Rojas agrega que desde INAP promueven el uso de bandas florales como parte de los programas de trabajo junto a la agricultura familiar y la agroecología: "En el contexto de la transformación sostenible de los sistemas alimentarios, y particularmente para el fortalecimiento de la agricultura familiar campesina e indígena en Chile, vemos que prácticas como la incorporación predial de las bandas florales, no solamente aportan en términos de conservación ambiental, sino también como una estrategia efectiva para reducir el uso de pesticidas, mejorar la productividad, e incrementar la biodiversidad en los sistemas agrícolas y promover la polinización natural".
Las bandas florales, junto a otras prácticas de transición agroecológica, agrega, son promovidas como parte del nuevo programa Transición a la Agricultura Sostenible (TAS), que apoya a 1.002 agricultores y agricultoras en las 16 regiones del país. "Nuestro apoyo se refuerza mediante asesoramiento técnico, acceso a semillas y plantas adecuadas para la creación de bandas florales, así como apoyo financiero para su implementación", sostiene Rojas.
A su vez, Cledia reflexiona sobre la relevancia de la agricultura familiar campesina para asegurar una alimentación sostenible: "Para mi esto es algo maravilloso, cuando tenemos en nuestras manos la alimentación y podemos recuperar las variedades de semillas ancestrales, tenemos que volver a establecer una alimentación sobre la base de semillas (…) Creo que si nosotros revaloramos el huerto tradicional vamos a estar en buen pie para poder revertir todos esos procesos agresivos que tuvo el agricultura".