Viviana Tudela, Agroclimatóloga e investigadora de la Universidad Estatal de O’Higgins / Planetnuts
14-feb-2024
Fuente y fotografía: Planetnuts
En el centro de la agricultura chilena, la agroclimatóloga e investigadora de la Universidad Estatal de O'Higgins, Viviana Tudela, ilumina la complejidad de los desafíos climáticos que enfrenta el sector. Desde heladas implacables hasta olas de calor asfixiantes, cada evento climático extremo deja su marca en los cultivos y requiere respuestas innovadoras. En esta entrevista reveladora, exploramos cómo estas adversidades afectan la producción agrícola en distintas regiones de Chile y cómo la ciencia y la tecnología están desempeñando un papel crucial en la búsqueda de soluciones sostenibles. Con una mirada hacia el futuro, Tudela comparte sus perspectivas sobre las proyecciones del cambio climático y destaca la importancia de la acción colectiva para enfrentar estos desafíos.
Heladas y otros eventos climáticos extremos
¿Cómo afectan las heladas a la producción agrícola?
V.T: Las heladas tienen un efecto inmediato que es la "quemadura" de tejidos u órganos vegetales. Estas "quemaduras" corresponden a tejido muerto debido a deshidratación de las células, la cual es provocada por la salida de agua hacia los espacios intercelulares donde el agua se está congelando. A más intensa o extendida sea la helada, mayor cantidad de agua intercelular se congelará y, por lo tanto, más agua saldrá de la célula, aumentando el riesgo de deshidratación y muerte.
Esto es muy diferente a lo que normalmente se cree, que el daño es por congelamiento del agua intracelular. Para que ello ocurra, el enfriamiento debe ser extremadamente rápido, lo que no ocurre de manera natural. Las heladas generan por lo tanto un daño físico, provocando pérdidas de producción, y de partes de la planta o plantas completas según el caso. El daño físico a la estructura de árboles se puede recuperar, pero requiere de varias temporadas.
¿La ola de calor que a afectado al país la última semana, que consecuencias podría desencadenar?
V.T: De manera muy resumida, la ola de calor aumenta la demanda hídrica y genera estrés térmico, tanto en cultivos como animales. La consecuencia más inmediata y patente de las olas de calor es el incremento de la demanda hídrica de los cultivos. Dependiendo de la magnitud de las temperaturas y la duración de la ola de calor, las plantas pueden estar bajo estrés hídrico, pese a contar con un buen suministro hídrico. Durante una ola de calor, la atmósfera está "demasiado seca" (técnicamente, posee un elevado déficit de presión de vapor), por lo que su "poder de extracción" de agua desde las superficies, incluyendo la vegetal, es extremadamente alto.
Ante una situación como esta, las plantas podrían no ser capaces de extraer agua del suelo a la velocidad necesaria para satisfacer a la atmósfera, pese a contar con agua suficiente en el suelo.
Las olas de calor ponen a los cultivos y ganado en condiciones térmicas por sobre su nivel óptimo, lo que llamamos estrés térmico. Las altas temperaturas reducen la tasa fotosintética e incrementan la respiración, por lo que los cultivos producen menos en días calurosos, con temperaturas sobre su optimo fisiológico. La magnitud de este efecto depende de la especie. En el caso del ganado, las olas de calor reducen la ganancia en peso. Estas reducciones en la producción, son efectos que se suman durante el ciclo anual, por lo que las consecuencias pueden evidenciarse al final de la temporada, no necesariamente durante el evento de ola de calor.
¿Existen medidas específicas para mitigar los impactos de las heladas en los cultivos?
V.T: Los métodos de control de heladas son bastantes conocidos. Aquellos que aplican calor al cultivo como calefactores, riego por aspersión sobre el dosel, métodos para mezcla de masas de aire como torres de viento y helicópteros y combinaciones de estos tales como torre + calefactores, riego por aspersión + calentamiento agua.
Lo importante a saber, es el tipo de helada a controlar para seleccionar el mejor método. Si estamos en un lugar donde tenemos cultivos que se dañan preferentemente en invierno (heladas polares en su mayoría), lo mejor será tener riego por aspersión sobre el dosel. Si estoy en una zona típicamente fría en que tengo problemas con heladas radiativas en primavera, el riego por aspersión sirve, pero tengo más opciones como el uso de torres. Los calefactores pueden ser ocupados en ambos tipos de heladas. El problema con los métodos de control es que no sabemos bien su eficiencia en el control de distintas magnitudes de heladas.
Innovaciones tecnológicas y adaptación
¿Qué innovaciones tecnológicas se están implementando para enfrentar los desafíos del cambio climático en la agricultura?
V.T: Una de las innovaciones tecnológicas que se ha estado implementando como medida de reducción de riesgos climáticos han sido las coberturas en frutales. Su uso se inició fundamentalmente para proteger la fruta contra lluvias y para adelantar cosecha, pero hoy se está investigando sobre como distintos tipos de coberturas que ya existen en el mercado pueden influir en otros aspectos microclimáticos, así como en la respuesta fisiológica y productiva de los cultivos. La Universidad de O´Higgins ejecutó el proyecto FIC: "Transferencia: Coberturas foto-selectivas en kiwi" y actualmente, se encuentra en ejecución el proyecto FIA "Plataforma de asistencia técnica para optimización de uso de coberturas para control térmico en cerezo".
El uso de coberturas tiene un alto costo, por lo que es necesario determinar estrategias de control micro climáticos accesibles a pequeños productores o generar subsidios o programas que les permitan adoptarlo.
Como opinión personal, una de las herramientas más potentes para adaptarnos al cambio climático es la selección de especies y variedades más resistente o que se adapten mejor a las nuevas condiciones de Chile central. Es urgente avanzar en este tema.
¿Cuáles son las proyecciones o predicciones para el impacto del cambio climático en la agricultura chilena en los próximos años?
V.T: En Chile central se espera una reducción de las precipitaciones anuales y un aumento de la evapotranspiración, provocando una aridización del territorio, pudiendo conducir a cambios o desplazamiento en los cultivos de acuerdo a la disponibilidad hídrica. Se prevé que, en promedio, las temperaturas mínimas y máximas aumenten, lo cual implicaría la posibilidad de cultivar especies con mayores requerimientos de días grado o con temperaturas optimas de desarrollo o fotosíntesis más elevadas. Los inviernos más cálidos serán perjudiciales para aquellos frutales que necesitan acumulación de frío invernal. En cuanto a heladas, no es posible indicar un aumento o incremento de su frecuencia a futuro porque no hay consenso, por lo que habrá que reforzar los sistemas de monitoreo y alerta temprana. Por otra parte, todos somos testigos del incremento de la frecuencia y magnitud de olas de calor y eventos extremos de alta temperatura, por lo que es muy probable que los riesgos asociados a altas temperaturas en verano se incrementen (malformaciones de frutos, problemas de color en frutos, golpe de sol, emisión de tallo floral en hortalizas de hoja, etc.)
¿Cómo puede la sociedad contribuir a mitigar los efectos del cambio climático en la agricultura?
V.T: Para entender cómo podemos ayudar a mitigar el impacto del cambio climático, debemos saber que existen dos grandes aspectos: desacelerar el cambio climático y adaptarse a la nueva realidad. Para desacelerar el cambio climático y frenarlo en algún momento, es necesario mantener una concentración estable de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera. Físicamente se logra emitiendo la misma cantidad de GEI que se secuestran. El secuestro de carbono de manera muy simple significa tomar el carbono de la atmósfera y mantenerlo almacenado en el suelo, océanos o vegetales. En ese sentido, y como sociedad en general, toda acción que favorezca la reducción de emisiones y/o el secuestro de gases de efecto invernadero estará aportando a desacelerar el cambio climático.
Por ejemplo, reducir el uso de vehículos motorizados, consumir productos con baja huella de carbono, preferir productos menos procesados, mantener y cuidar el arbolado público y bosques, adoptar plantas o árboles, prevenir incendios forestales, entre otros. Si bien, las acciones individuales no tienen una repercusión importante, hay que recordar que la suma de esas acciones entre muchas personas son las que pueden determinar finalmente un efecto.
No podemos dimensionar dicho efecto, pero como ejemplo, el cambio en las preferencias de consumo puede cerrar mercados y abrir otros nuevos para procesos productivos más sustentables. Estas medidas contribuyen a todos los sectores dependientes de los recursos naturales y del clima, entre ellos a la agricultura.
Los nuevos escenarios de cambio climático o trayectorias socioeconómicas compartidas (SSP) consideran los cambios socioeconómicos globales proyectados hasta 2100, con los cuales se proyectan los escenarios de emisiones de GEI. El escenario más catastrófico y con mayor incremento de la temperatura a fines de siglo es el SSP 5, el cual considera una vía de desarrollo basado en combustibles fósiles y sin modificaciones a los paradigmas económicos y sociales actuales. Claramente tenemos que generar algún cambio en las formas de vida y desarrollo económico si queremos un clima menos hostil y una mayor seguridad alimentaria para toda la población.