Emprendedoras científicas crearon un sustrato mejorado con aminoácidos para estimular el crecimiento de las plantas, incorporando hidrogel para aumentar la retención de humedad. Además, identificaron árboles y arbustos nativos con baja inflamabilidad, ideales como cortafuegos en áreas propensas a incendios.
17-ene-2024
Fuente y Fotografía: Portal Agro Chile
En caso de incendios, ciertos árboles nativos actúan como cortafuegos en lugar de alimentar las llamas, ofreciendo una solución inusual frente a las tradicionales zanjas cavadas en la tierra o la limpieza de sectores de malezas y árboles. Esta solución innovadora es conocida como 'Native Bomb' y fue desarrollada por la empresa rancagüina Viveros Lihuen. Detrás de este proyecto se encuentran las científicas y emprendedoras Michelle Morales, ingeniera agrónoma y doctora en ciencias silvoagropecuarias, y Josefina Mujica, ingeniera en biotecnología y CEO y cofundadora, junto con Morales, de Viveros Lihuen.
El producto, desarrollado por el laboratorio de I+D de la empresa ubicada en el sector de Punta Cortés, en la Región de O'Higgins, y que contó con el apoyo de Corfo, está conformado por dos soluciones. Por un lado, un sustrato de aminoácidos que potencia el crecimiento de las raíces de los árboles nativos, permitiéndoles enfrentar la escasez de agua en terrenos desfavorables y por otro, se llevó a cabo una selección de árboles y arbustos nativos de baja inflamabilidad, los cuales pueden utilizarse como cortafuegos en áreas amenazadas por incendios.
"Para llegar a este producto, el primer problema que tuvimos que resolver fue la alta mortalidad que tienen los árboles nativos en los procesos de reforestación, que puede llegar hasta el 20%, lo que es muy elevado comparado con otras especies exógenas", explica Michelle Morales.
"Esta alta mortalidad se debe a que las plantas pasan de las condiciones ideales del vivero, con agua, sombra y nutrientes, a las muy poco propicias y estresantes que hay en los terrenos donde se reforesta, casi sin agua y alta temperatura. Para resolverlo, desarrollamos un sustrato enriquecido con aminoácidos que potencia el crecimiento de las plantas, además de contar con hidrogel, que les entrega mayor humedad", indica.
Josefina Mujica agrega que: "los árboles que logran asentarse en lugares poco propicios lo hacen porque responden al estrés sintetizando aminoácidos -proteínas- que les permiten resistir".
"Esos mismos aminoácidos se les pueden proporcionar mediante un sustrato enriquecido en hidrogel desarrollado en laboratorio, para que no los tengan que generar. Esto les ayuda a reducir el gasto energético que ese proceso implica, y con ello sobrevivir", comenta.
En la actualidad, las investigadoras están trabajando en el proceso de encontrar la formulación ideal de los aminoácidos. «El sustrato está compuesto por hidrogel y puede tener como base compost o turba», destacan. Este sustrato, explica Michelle, "podría aplicarse a la planta desde la germinación en adelante o en la última etapa, justo antes de trasplantarla al terreno".
PLANTAS ANTI-FUEGO
La otra fase del proyecto, que transcurrió simultáneamente al desarrollo del sustrato y ya ha concluido, consistió en la selección de árboles nativos del bosque esclerófilo de la zona central. Estos árboles fueron elegidos por su particular característica de poseer baja inflamabilidad, es decir, tardan más en encenderse en presencia de fuego.
Para eso, las investigadoras de Lihuen trabajaron con la Universidad Técnica Federico Santa María, específicamente con Fabián Guerrero, académico del Departamento de Ingeniería Mecánica. Con la colaboración de Conaf de la Reserva Río Cipreses, de la Región de O'Higgins, evaluaron más de diez especies nativas presentes en el lugar para determinar su inflamabilidad.
"Analizamos peumo, quillay, litre, bullén, baustro y colliguay, entre otros, que son especies del bosque esclerófilo de la zona central de Chile", explica Guerrero.
Para hacerlo, los investigadores usaron un instrumento llamado epirradiador que somete el material vegetal a alto calor y evalúa su reacción.
Los criterios evaluados incluyen el tiempo de ignición, es decir, el periodo que tarda en encenderse el material vegetal, la duración de la llama y el tiempo de combustión. Con base en estos factores, se define el grado de inflamabilidad, que varía desde cero, indicando que no es inflamable, hasta cinco, que señala que es extremadamente inflamable. Fabián Guerrero explica: "El colliguay mostró la menor inflamabilidad, seguido por el baustro".
Con las especies nativas seleccionadas, el paso siguiente es aplicarles el sustrato enriquecido y ver cómo se comporta con ellas. "Debemos ver la tasa de sobrevivencia específica de estas tres especies seleccionadas al trasplantarlas, porque podría ocurrir que los aminoácidos seleccionados sean generalistas y funcionen con ellas. De no serlo, tendríamos que hacer una reformulación específica para las tres", explica Morales.
USO EN TERRENO
Una vez resueltas estas incertidumbres, la propuesta es presentar las tres especies junto con sus respectivos sustratos como una alternativa para la reforestación en áreas propensas a incendios. La idea es plantarlas estratégicamente, por ejemplo, alrededor de zonas pobladas, para que funcionen como cortafuegos. Aunque todas las plantas son susceptibles al fuego, estas especies específicas resistirían durante un período prolongado. Esto proporcionaría más tiempo a las comunidades para tomar medidas, como evacuar o brindar más tiempo para la acción de brigadas forestales y bomberos», explica Morales.
"También las empresas forestales podrían reforestar sus entornos con ellas, para generar cortafuegos que retarden el paso del incendio a sus monocultivos. Otra alternativa es vender tanto el sustrato a los viveros como las plantas a instituciones que las quieran usar", indica Morales.