Por Cristian Mancilla, Gerente general de Phibrand, Ingeniero Comercial y Magíster en Economía Aplicada de la Universidad de Chile
11-may-2023
Fuente y fotografía: Phibrand
Se estima que la producción mundial de alimentos deberá crecer entre un 60% y un 70% para enfrentar el significativo aumento de la demanda que se experimentará en los años venideros. Según se estima, para el 2050, la población mundial sobrepasará los 9.700 millones de personas. A esto se le suma un nuevo factor que dificulta el escenario, el cambio climático.
Son los productores de los campos nacionales, los que enfrentan retos cada vez más complejos, ante la crisis hídrica, que suma 14 años de sequía. Por ello, producir el alimento suficiente de forma sostenible y rentable requerirá de una serie de esfuerzos que van desde políticas públicas hasta la utilización de tecnología de vanguardia.
Un factor clave para entender la dificultad de los cambios, radica en el alto porcentaje de la agricultura nacional que corresponde a pequeños productores, según el Ministerio de Agricultura de Chile, en 2020 el 40% de las unidades productivas agrícolas del país eran pequeñas explotaciones familiares. Una realidad no muy diferente a la internacional, donde cinco de cada seis explotaciones agrícolas en el mundo tienen menos de dos hectáreas y los agricultores de pequeña escala todavía representan el 35 por ciento de la producción mundial de alimentos.
Las oportunidades y sus aplicaciones
El concepto de Agronomía 4.0 surge para referirse a una nueva era de la agricultura. Con un enfoque en el uso de tecnologías digitales, sensores, automatización, análisis de datos y modelos predictivos para mejorar la eficiencia y la productividad de los cultivos, promoviendo prácticas agrícolas sostenibles. Este escenario tiene un alto nivel incertidumbre sobre la adopción de la tecnología y que particularmente pueden significar relevantes dificultades para su adopción en pequeños predios nacionales.
Por un lado, la adopción de esta tecnología puede ayudar a los agricultores a optimizar los procesos de producción y gestión, reducir los costos y aumentar la rentabilidad. Mejor programación de riego, lo que a su vez puede ahorrar agua y reducir el costo de la energía. Además, la tecnología puede ayudar a mejorar la calidad de los cultivos y reducir el impacto ambiental de la producción agrícola.
A pesar de que existen oportunidades importantes para que los pequeños predios adopten tecnologías basadas en datos en la agricultura, hoy son más las barreras estructurales que pueden dificultar la adopción de estas tecnologías. La falta de acceso a información, la falta de infraestructura tecnológica en zonas rurales y la brecha digital que afecta a algunos productores, especialmente a los más ancianos, son algunas de las principales barreras.
En este sentido, algunas de las tecnologías más prioritarias para los pequeños agricultores son aquellas que son de bajo costo, fáciles de implementar y utilizar, y que requieren poco mantenimiento. Sin embargo, lo principal es que este nuevo enfoque en contexto productivo sea ético, y que logre un balance entre las prácticas agrícolas existentes y los conocimientos ecológicos.
Las tecnologías deben ser accesibles y económicas para que los pequeños agricultores puedan adoptarlas fácilmente. Además, es importante que se recopilen datos agroclimáticos localizados en el momento y lugar adecuados para mejorar la rentabilidad de las explotaciones y reducir los impactos negativos en el medio ambiente.
La capacitación es esencial para que los agricultores puedan adoptar y usar efectivamente la tecnología. Esto no está exento de desafíos, especialmente considerando que el 80% de los terrenos es administrado por personas de más de 50 años, en su mayoría hombres, que muchas veces no están familiarizados con las nuevas herramientas y tecnologías. Se vuelve clave la creación de programas de capacitación y educación para los agricultores, que les permitan desarrollar habilidades en el uso de tecnologías digitales.
Además, es fundamental identificar qué tecnologías son prioritarias para los pequeños agricultores y cuáles pueden tener un mayor impacto en la mejora de su productividad y sostenibilidad. Por ejemplo, la implementación de sistemas de riego de precisión, lautilización de drones para el monitoreo de cultivos y en especial el acceso a información satelital para la planificación de cultivos y la recopilación de datos, son herramientas que pueden implementarse a bajo costo y que pueden generar un gran impacto en la agricultura a pequeña escala.
Otro aspecto importante es la equidad que debe aspirar la distribución de los beneficios y cargas de la producción agrícola. Los agricultores deben tener acceso a los mercados y recibir un precio justo por sus productos, mientras que los consumidores deben tener acceso a alimentos saludables y nutritivos a precios accesibles. Por tanto, todas las etapas de la producción asociadas al 4.0, desde la distribución de tierras y recursos hasta la comercialización de productos agrícolas, tienen que tener un enfoque sustentable.
Chile cuenta con capital relevante, tanto a nivel natural como en términos de capacidades científicas, situación que debe aprovecharse al máximo para fomentar la resiliencia de la economía local y su sustentabilidad a largo plazo. Es fundamental la coordinación de los fondos de innovación y fomento productivo con los centros de investigación, de manera de identificar barreras en adopción, desarrollar tecnologías acordes con las necesidades locales y asegurar un fortalecimiento real de las condiciones de trabajo en la agricultura nacional.
La agronomía 4.0 se debe entender como una evolución natural de la agronomía tradicional, que busca mejorar la productividad y eficiencia en la producción de alimentos y en Chile representa una valiosa oportunidad para impulsar la agricultura a nivel pequeño y mediano, hacia una mayor sostenibilidad y competitividad en los mercados internacionales.