Embrapa desarrolló un nuevo método de diagnóstico para evaluar el impacto del uso de tecnologías en la fertilidad del suelo. La herramienta puede identificar factores que limitan la productividad y afectan la estabilidad de la producción. La metodología propuesta fue validada en áreas agrícolas de Paraná, en asociación con Cocamar Cooperativa Agroindustrial .
18-ene-2022
Fuente: EMBRAPA
"Encontramos que los aspectos esenciales para aumentar la productividad, garantizar la estabilidad de la producción y reducir los impactos ambientales derivados de las actividades agrícolas están relacionados con el mejoramiento de la fertilidad integral del suelo (física, química y biológica), la cobertura permanente del suelo y la adopción de diferentes prácticas de conservación. , como terrazas y cultivo a nivel, por ejemplo", explica el jefe de Investigación y Desarrollo de Embrapa Soja , Alvadi Balbinot Júnior .
Renato Watanabe, gerente técnico ejecutivo de Cocamar, dice que este trabajo busca demostrar que las acciones adecuadas de manejo del suelo traen más seguridad a los agricultores y contribuyen a mejorar la calidad del medio ambiente en su conjunto. "Cuando pensamos en una agricultura tropical, próspera y capaz de alimentar al mundo, sabemos que está directamente ligada a la calidad del suelo, que promueve el aumento de la productividad y la reducción de costos", destaca Watanabe. "La sustentabilidad de todo el sistema productivo depende de la capacidad de realizar siembras directas de calidad, algo que, lamentablemente, fue 'simplificado' por los productores, por algunos factores, perdiendo su esencia", dice.
Los indicadores propuestos en la metodología son el Índice de Calidad Estructural del Suelo (IQES), que se determina a través del Diagnóstico Rápido de la Estructura del Suelo ( DRES ) y la tasa de infiltración de agua estable en el suelo. "Una gran ventaja es que el método puede ser reproducido por cooperativas, agencias de asistencia técnica y empresas para realizar un análisis amplio de la calidad del suelo, identificando cuellos de botella que dificultan aumentar la productividad, la estabilidad de la producción ante condiciones climáticas adversas y la rentabilidad. en las diferentes regiones donde operan", dice Balbinot.
Para determinar el método, fueron seleccionadas 22 áreas agrícolas en 11 municipios del norte y noroeste de Paraná, bajo el Sistema de Labranza Cero (SPD), con diferentes modelos de producción, diversidad o no de especies vegetales y potencial para el aporte de paja y raíces.
El método logra evaluar la propiedad desde dos frentes diferentes. Primero, diagnosticar la calidad del manejo y la fertilidad del suelo (indicadores físicos y químicos) para identificar los factores relacionados con el suelo que limitan la productividad, la estabilidad de la producción y la rentabilidad. "Además, la metodología es capaz de evaluar el impacto de los modelos productivos, con mayor diversidad de especies vegetales y el aporte de paja y raíces, sobre la fertilidad del suelo", detalla Balbinot
Para permitir análisis y comparaciones, las áreas fueron clasificadas en dos modelos de producción, adoptados en las tres cosechas que precedieron al muestreo. El modelo estándar se caracteriza por las sucesiones de maíz/soja y trigo/soja de segunda cosecha, sin cultivo de especies vegetales para la cobertura del suelo. Por otro lado, el modelo mejorado es el que presenta mayor diversidad de especies vegetales o mayor potencial de producción y persistencia de paja y raíces. "Cabe señalar que la principal especie de cobertura utilizada en el modelo mejorado fue Brachiaria ruziziensis ( Urochloa ruziziensis ), sola o intercalada con maíz de segunda cosecha", dice Balbinot.
Según el investigador Júlio Franchini , de Embapa, las evaluaciones sobre la productividad media de la soja y el maíz de segunda cosecha, los principales cultivos agrícolas de Paraná, muestran que no alcanzan su potencial genético, principalmente por falta de agua para satisfacer las necesidades de las plantas En 16 zafras (1999/2000 a 2014/2015), evaluadas en Paraná, Franchini estima que la ocurrencia de sequías provocó pérdidas de 20,8 millones de toneladas de soja. "Hay estudios que muestran que la diferencia entre la productividad potencial y la observada en la planta es de aproximadamente 85%, debido a la deficiencia de agua", explica. "Eso significa que, incluso en cultivos considerados "normales" desde el punto de vista climático, la productividad de los cultivos de granos en Paraná se ha visto limitada por la falta de agua", evalúa el investigador.
En ese sentido, Franchini destaca que el aumento de la productividad y la estabilidad de la producción están en gran parte asociados a la adopción de tecnologías que aumentan la disponibilidad de agua para las plantas. "Se trata de construir un perfil de suelo sin impedimentos para el crecimiento radicular, ya sean físicos (compactación), químicos (excesiva acidez, con bajos niveles de calcio, fósforo y presencia de aluminio tóxico) o biológicos (fitonematodos y hongos fitopatógenos), que permitan así se explora un mayor volumen de suelo en busca de agua, especialmente en las capas más profundas", explica Franchini.
Mejorar la estructura del suelo, además de favorecer el crecimiento de las raíces, proporciona una mayor tasa de infiltración y almacenamiento de agua disponible para las plantas, además de optimizar los flujos de agua, oxígeno y nutrientes del suelo a las raíces, explica el investigador Henrique Debiasi . "Tanto el crecimiento de raíces como los flujos y almacenamiento de agua disponible se ven beneficiados al cubrir el suelo con paja", señala.
En un clima tropical, según el investigador, la temperatura máxima de las capas superficiales del suelo sin cobertura puede llegar a más de 50ºC, lo que paraliza el crecimiento y funcionamiento de las raíces. "Hay estudios que reportan que el máximo crecimiento radicular y área foliar de la soya a los 40 días después de la siembra se dio con una temperatura promedio del suelo de 28 ºC. El aumento a 34ºC redujo en cerca de un 40% tanto el crecimiento radicular como el área foliar de las plantas", informa Debiasi. "Cubrir con paja reduce las pérdidas de agua por evaporación hasta que el cultivo se cierra entre las hileras, aumentando la disponibilidad de agua para las plantas hasta en un 40% durante este período", enfatiza el científico.
El resultado de este estudio está incluido en la publicación Diagnóstico de la calidad de la gestión y el impacto de los modelos productivos mejorados en la fertilidad del suelo en las regiones norte y noroeste de Paraná, editada por Embrapa. La información será compartida con el público en Safratec 2022, evento promovido por Cocamar, los días 20 y 21 de enero.
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