Investigadores de ‘La Mayora’ aseguran que puede servir para conservar alimentos y tarda solo un mes en descomponerse en el mar.
12-ene-2022
Fuente: Simfruit
La industria conservera suele desechar la piel de los tomates para la elaboración de salsas, lo que provoca que haya un gran excedente. Pero hay quienes han encontrado el modo de aprovechar estos desechos y, al mismo tiempo, ofrecer una alternativa a los plásticos derivados del petróleo.
Investigadores del Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea "La Mayora" (IHSM) de Málaga llevan años trabajando con la piel de este fruto (llamada 'cutina') para convertirla en un bioplástico que pueda conservar los alimentos con las mismas garantías que el plástico convencional, que tarda 450 años en degradarse.
Los expertos extraen la celulosa de la piel del tomate de forma purificada para volver a rehacerla y darle la forma deseada
José Alejandro Heredia, investigador responsable de dicho estudio, trabaja con la celulosa obtenida de estos restos para crear un material capaz de ser modificado con sustancias bioactivas antibacterianas y antioxidantes, obteniendo así muchas propiedades para el envasado de alimentos y que, además, tardaría tan solo un mes en descomponerse en el mar.
Según los investigadores de la IHSM, el proceso es ecológico y sostenible. Se trata de descomponer las hojas, los tallos y la piel de los tomates extrayendo la celulosa de forma purificada para volver a rehacerla y darle la forma deseada mediante calor. A partir de esto, se crea una película o papel film robusto y transparente con múltiples aplicaciones, explica a Efe Heredia.