El producto de origen natural, desarrollado en laboratorios de la Facultad de Agronomía, permite reducir el uso de pesticidas en la producción agrícola, mostrando además gran potencial para alcanzar mercados internacionales.
01-abr-2021
Fuente: Noticias UDEC
En 2010 se reportaron en Chile los primeros casos de bacteriosis o chancro bacteriano del kiwi, enfermedad de rápida propagación que afecta los cultivos y que ha sido responsable de importantes pérdidas en la producción mundial de esa fruta.
La infección, producida por la bacteria Pseudomonas syringae pv. actinidiae (Psa), ha causado severas pérdidas en plantaciones en Nueva Zelanda, Italia y Chile.
Pese a los controles y medidas preventivas del SAG, la plaga se extendió por el país, tercer exportador de kiwis a mercados europeos, latinoamericanos y de oriente.
La preocupación creció también entre los investigadores de la Universidad de Concepción, quienes comenzaron a estudiar esta enfermedad buscando el desarrollo de una alternativa diferente a las disponibles en el mercado, que están basadas en el uso de sales de cobre, inductores de resistencia químicos y antibióticos.
Tras pruebas en laboratorios y en plantaciones reales de Maule y Ñuble, se encontró un conjunto de bacterias benéficas, capaces de estimular la producción de compuestos anti-microbiales y la activación de genes de defensa en las plantas de kiwi.
La investigación, a cargo del Dr. Ernesto Moya Elizondo, académico de la Facultad de Agronomía UdeC, derivó en un producto que fue licenciado a la empresa Bioinsumos Nativa, que participó en su desarrollo inicial y se interesó en avanzar hacia la comercialización de esta formulación, capaz de proteger a los cultivos, especialmente durante su floración.
Bioinsumos Nativa surgió en 2002 como una startup dedicada al mercado de insumos agrícolas orgánicos y hoy está presente en toda América. Paulo Escobar, CEO de la firma, explicó que el objetivo de la empresa es "llevar la biotecnología a la agricultura, a través de tecnología desarrollada 100% en base a know how chileno". Así él plantea que "la tecnología desarrollada en la Universidad de Concepción nos va a ayudar en el proceso de expansión, con un nuevo producto, para transformar la agricultura en Chile y en otros países".
El contacto entre el mundo público y privado permitió esta alianza, que partió como una colaboración en el contexto de la Mesa Técnica de la Psa organizada por la Asociación de Exportadores de Chile, en la que coincidió el investigador UdeC con el encargado de I+D de Bioinsumos Nativa, Eduardo Donoso.
"Les planteé la idea de fabricar este bio-inductor para controlar esta bacteriosis que afectaba al kiwi y, a partir de ello, la empresa nos apoyó en primera instancia", detalló el Dr. Moya. El equipo se adjudicó fondos de Fondef IDeA en 2015 y, viendo que lograban los objetivos propuestos para esa etapa, la empresa decidió continuar el trabajo, avanzando a un escalamiento pre-comercial de la tecnología.
"En 2018, nos adjudicamos la segunda etapa del Fondef IDeA y ahí fuimos capaces de desarrollar y validar estos bio-inductores de resistencia para el control de la enfermedad en plantaciones de kiwi", detalló Moya.
Con el apoyo de la Oficina de Transferencia y Licenciamiento, OTL-UdeC, se negociaron los términos para la participación formal de la empresa en la etapa 2 del proyecto, así como la firma de un Acuerdo de Transferencia de Material que permitiera a la Universidad compartir el material biológico con la empresa.
"OTL participó activamente del comité directivo del proyecto y logró constatar que los resultados de la investigación eran alentadores y que la empresa mantenía el interés en que éstos le fueran transferidos para su explotación comercial. Por lo mismo, en la fase final se comenzó la negociación de los términos que rigen el contrato de licencia, que fue recientemente formalizado entre la Universidad de Concepción y Bioinsumos Nativa", señaló Sandra Araya, Directora Ejecutiva de OTL UdeC.
El siguiente desafío es validar la utilización de este bio-producto en otros cultivos agrícolas en los próximos dos años, para que el producto obtenga la categoría de bio-estimulante y comience su comercialización. Tras esto, se tramitará su registro como biopesticida, favoreciendo su potencial de internacionalización, considerando que la empresa a cargo de su desarrollo comercial ya cuenta con presencia en once países de América, incluyendo Estados Unidos, México, Argentina y Brasil.