Columna de Opinión de Florence Pelissou, Ejecutiva de Programa de Innovación, Fundación para la Innovación Agraria.
05-jun-2017
En enero de este año fuimos testigos de uno de los mayores mega-incendios ocurridos en Chile en el siglo XX, que se caracterizó por presentar múltiples focos entre las regiones de Coquimbo y La Araucanía, aunque la mayor superficie afectada se concentró en las regiones de O'Higgins, Maule y Biobío.
La ocurrencia de estos incendios se vio favorecida por las condiciones excepcionalmente cálidas en el gran parte del territorio nacional durante el mes de enero, con registros de temperaturas máximas históricas, en ciudades como Santiago, Curicó, Chillán, Los Ángeles y Valdivia. La temporada de incendios 2016-2017 es la de mayor superficie involucrada, del último quinquenio, alcanzando entre el 2 de enero y 10 de febrero 2017 cerca de 518.000 ha afectadas (fuente: Conaf).
El 99% de los incendios forestales en Chile son provocados por las diferentes actividades humanas. Sin embargo, la propagación de estos (y por tanto la magnitud e intensidad que puedan llegar a tomar), está altamente relacionada con la situación meteorológica y climática del momento. Es importante mencionar que ninguna de las causas actúa por si sola. Es una combinación de mecanismos y forzantes de la circulación atmosférica las que pudieron haber contribuido a generar la temporada de incendios forestales más destructiva de la historia reciente del país (Informe DMC enero, 2017). Tal como lo plantea este informe, el cambio climático contribuyó a potenciar el carácter catastrófico de este fenómeno.
Por otra parte hay que considerar que los escenarios de cambio climático pronostican para nuestro país un aumento de temperaturas, la disminución de las precipitaciones, y una mayor frecuencia e intensidad de los eventos climáticos extremos. En este contexto, el gran desafío es consolidar nuestra resiliencia frente al fenómeno de los incendios, lo cual pasa por generar estrategias preventivas y ordenar el uso de nuestro territorio.
Desde la Fundación para la Innovación Agraria, FIA, a través del Programa de Innovación en gestión de Riesgos Agroclimáticos, busca contribuir a la generación de herramientas para que los agricultores enfrenten de mejor forma la ocurrencia de eventos extremos, los cuales se proyectan cada vez más frecuentes e intensos. El cumplimento de este objetivo pasa por repensar la gestión del espacio rural de forma transdisciplinaria con un enfoque de ordenamiento territorial, generando a su vez estrategias preventivas frente a los futuros desastres que podrían impactar nuestro sector silvoagropecuario.
En esta misma línea, FIA está impulsando el desarrollo de tres Pilotos de Innovación Territorial en Restauración en las regiones de O'Higgins, Maule y Biobío, interviniendo a pequeña escala, algunas de las zonas más afectadas por los incendios.
Estos tres pilotos están siendo desarrollados por el INIA en la región de O'Higgins, la CONAF en la región del Maule, y el INFOR en la región del Biobío. El objetivo de estos proyectos de restauración es la recuperación y consolidación de la capacidad productiva del territorio y comunidades afectadas (ganadería-praderas, cultivos, plantaciones); la restauración del patrimonio natural y los servicios ambientales asociados favoreciendo la diversidad biológica; y la articulación de redes de trabajo colaborativo territoriales multidisciplinarias.
Con estas iniciativas, el Ministerio de Agricultura busca generar herramientas territoriales que contribuyan al fortalecimiento y resiliencia del sector agropecuario y forestal en los territorios afectados por los incendios, fomentando la generación de conocimiento tecnológico innovador, así como articulando redes de trabajo colaborativas.