Columna de Opinión de Paola Aceituno O. Editora de la Revista de Estudios Políticos y Estratégicos. Directora Ejecutiva del Consejo Chileno de Prospectiva y Estrategia.
25-abr-2017
Podríamos afirmar que la Prospectiva es una disciplina practicada muy aisladamente en nuestro país. No existe una masa crítica en torno a su desarrollo o práctica, y encontrar especialistas que no solo manejen teoría sino que también hayan ejecutado estudios aplicando metodología, resulta por decir lo menos, difícil.
Lo anterior, nos deja en un importante punto de rezago frente a otras realidades internacionales. Pero, ¿a qué se debe esta realidad incómoda?
Quienes se han adentrado en esta áreas del conocimiento, comúnmente aluden a que la mayor dificultad en la realización de estudios de largo plazo, parte por el importante desconocimiento de lo que estamos hablando, o sea, se ignora que exista una metodología sistemática y organizada para realizar estudios de futuro, pues muchas veces son confundidos o asociados a proyecciones, la descripción de visiones o anhelos, talleres de conversación o la visión en particular de un líder.
Por otro lado, también se argumenta, que existe una arraigada debilidad por la coyuntura, que entrega réditos políticos de corto plazo para cualquier administración, versus las visiones de largo plazo que no logran capturar la emoción. Pocos, al interior del Estado, se han arriesgado a cruzar la delgada línea que significa levantar la mirada más allá del inmediatismo.
Así, nuestro país, comparado con otros en la región, presenta un retraso no menor en cuanto a elaboración e implementación de estudios prospectivos en sus políticas públicas. Pero no solo estudios, sino que también a nivel de actividades como por ejemplo el desarrollo de congresos, programas educativos, la creación de departamentos de Prospectiva en la organización interna de ministerios o, simplemente, servicios dedicados a esta labor que tienen por función entregar estudios de largo plazo que nutren a ministerios y gobiernos locales (Cómo el caso finlandés o francés, entre otros).
Nuestra realidad es por lo tanto muy magra, resumido en que los estudios sistemáticos realizados en Chile, no superan los 30 casos desde su introducción bajo Odeplan a inicios de los 80, oficina que posteriormente pasó a ser el Ministerio de Planificación (MIDEPLAN) y que fue cerrado en el 2011 por la escasa valoración de la planificación y la anticipación, frente a un enriquecimiento nacional rápido que hacía poco necesario el largo plazo.
Así las cosas, nuestro rezago no sólo se manifiesta en cuanto a la ejecución e implementación de estudios a través de política públicas, sino que también en otros planos como es la educación e introducción en la enseñanza formal, donde a nivel internacional diversas instituciones han adaptando sus programas curriculares en esta área o al menos las promueven al crear departamentos con dicha finalidad o entregar espacios para su discusión, creando una masa crítica profesional. Por mencionar algunas tenemos: las universidad de Portland; la Universidad de Houston; La Freie Universität Berlin; Universidad de Turku, Finlandia; la Universidad de Trento, la Universidad del Externado, la Universidad del Valle Colombia, Oxford, Manchester, el Tecnológico de Monterrey, UNAM, Alicante, Universidad de Cuyo, CEPAL y FLACSO Chile son solo algunas entidades que se han sumado a esta necesidad y cambio de paradigma educacional, generando espacios para la sistematización de este conocimiento y permitiendo que su ejercicio sea profesionalizado. En la misma línea, y ya hablando de ejercicios prospectivos en general, en el 2011, mediante el estudio realizado por Prospektiker S.A., Institut Jules Destrée ASBL y Futuribles SARL, denominado An initial assessment of territorial forward planning/foresight projects in the European Union, se identificaron 24 Foresight Networks y 70 Foresight Case Studies de prospectiva territorial que se encuentran vigentes, lo que entrega un panorama clarificador respecto al crecimiento y diseminación de los estudios de futuro en el último tiempo, permitiéndonos conocer los países, ciudades y gobiernos, que han entendido la necesidad de mirar al futuro. Colombia, solo en el 2008 realizó más de una veintena de estudios prospectivos y agendas de investigación y desarrollo tecnológico para cadenas productivas que lideró el Ministerio de Agricutura; Argentina posee variados estudios, pudiendo mencionar dentro de los más recientes: Trayectoria y prospectiva de la agroindustria alimentaria Argentina: Agenda estratégica de innovación, Escenarios Sobre calidad e inocuidad en el sector productor de materias primas y alimentos elaborados en Argentina (2030), Escenarios del sistema agroalimentario argentino al 2030.
Así las cosas, podemos decir que los estudios prospectivos se realizan a todo nivel y sectores, lo que se puede constatar, en cualquier caso, al revisar la base que reúne más de 800 estudios de este tipo a nivel mundial, en el sitio del Interamerican Dialogue: http://globaltrends.thedialogue.org/
Por ello, es apropiado preguntarnos, ¿cuál es la razón actual, que justifique nuestro rezago? Hoy, con mayor fuerza, debiéramos trabajar en torno a la elaboración de escenarios de futuro que nos permitan no tan solo plantearnos frente a diferentes posibilidades, sino converger en el cómo enfrentaremos los diferentes escenarios -los que posible y probablemente condicionarán el futuro de nuestro país -tal decisión, constituye una decisión de carácter estratégico, y cuando hablamos de decisiones estratégicas, significa que esas decisiones pueden tener consecuencias que involucren altos costos, y producir problemáticas de muy largo plazo. Así hoy, mermada nuestra bonanza económica, debiéramos plantearnos si continuamos expectantes a la coyuntura, o fijamos nuestros propósitos alejados de una actitud bomberil hacia una más proactiva y preactiva, donde una nueva actitud mental es parte importante del como enfrentamos el futuro.
Así, reconfigurar la obtención de insumos esenciales para la toma de decisiones bajo nuevas aleaciones que incorporan la inteligencia colectiva, la participación, la visión de actores y expertos, nos permitirá planificar e idear estrategias, no solo con la configuración clásica de visiones o misiones, sino como una guía concreta para la planificación y, en especial, para el reconocimiento de las acciones específicas y necesarias para gestionar el presente sin perder por ello, la mirada en el largo plazo.
La incorporación de la Prospectiva antes de implementar políticas, nos permitirá una mayor coherencia y fortalecimiento de decisiones públicas, reconociendo a su vez, que su valor es parte de la modernización frente a nuevas realidades, pero también es una necesidad para la agenda hacia el desarrollo de nuestro país.