Si hace una década los expertos consideraban inviable cultivar en zonas áridas, hoy esto es una realidad. Un avance al que FIA ha contribuido apoyando iniciativas que buscan mantener una actividad agrícola productiva en zonas que en el último tiempo han sido azotadas fuertemente por la sequía. Así, a la luz de los primeros resultados, decenas de comunidades miran el futuro con optimismo pese a la adversidad climática que con toda seguridad seguirán enfrentando.
Por Prensa FIA
Si bien en lo cotidiano estamos acostumbrados a que la abundancia siempre genere resultados elevados, las matemáticas nos recuerdan que en ocasiones el "menos por menos" también da "más". Máxima clave para quienes han visto en la economía de recursos una noble herramienta que les ha permitido generar tanto o más de lo conseguido en tiempos de "vacas gordas".
Es así como hoy ciertas iniciativas agrícolas han sabido adaptarse a uno de los panoramas más severos que no cesa de golpear al país: la sequía. Escenario draconiano, que ni un alza del dólar ni la apertura de un nuevo mercado podría compensar.
Resalta aquí el proyecto ejecutado por la Sociedad Agrícola y Comercial Dayenú, que con el apoyo de FIA, diseñó un equipo automatizado por computación, capaz de controlar las pulverizaciones realizadas con nebulizadoras tradicionales en tiempo real, de acuerdo a la presencia o ausencia de vegetación del árbol.
Desarrollada en el sector de Manantiales, comuna de Placilla, Región de O'Higgins, esta innovación iniciada en 2012 ha conseguido óptimos resultados en lo que a ahorro de plaguicida, combustible y agua refiere. Así lo indica Inés Zamora, gerenta general de Dayenú. "Actualmente en el mercado no existe un sistema que permita a los micro, pequeños y medianos productores mejorar la eficiencia de sus aplicaciones de plaguicidas, agua y combustible. Por ello, junto con tractoristas desarrollamos un equipo que se conecta a cualquier combinación tractor-pulverizadora, controlando las pulverizaciones por medio de sensores infrarrojo los cuales reconocen en tiempo real la presencia de árboles, con o sin hojas, pulverizando sólo cuando hay árboles presentes".
Esto -destaca la agrónoma- permite un ahorro de plaguicida que va de un 20% a un 60% dependiendo de la edad del huerto y/o variabilidad, junto con un menor consumo de agua y combustible, ya que no es necesario recorrer largas distancias para pulverizar. Las dosis de plaguicidas se arrojan según los litros de agua aplicados. Ello, porque las pulverizaciones se limitan sólo a la porción del árbol que se desea regar, haciendo más eficiente su uso.
"Actualmente, una pulverización convencional en huerto frutal adulto requiere en promedio de 2.000 lt/ha, y en Chile tenemos 297.047 hectáreas plantadas en producción. De lograr reducir en un 20% a un 30% el uso de agua, el ahorro sería de unos 400 lt/ha o más, lo que representaría un ahorro país de 118.820.000 litros de agua, libre de contaminación por plaguicidas, pudiendo ser destinada a otros propósitos", señala Inés Zamora.
Un proyecto que impacta no sólo en el uso del recurso hídrico, sino también en el medio ambiente. "Al optimizar la utilización de combustible en el traslado del agua (considerando que por cada pulverización se acarrea mínimo entre un 20% a un 30% menos que de forma tradicional, con un menor consumo de combustible equivalente a 0,75 lt/ha a 1 lt/ha, es decir 243.220 litros de petróleo a nivel país), se reduce la contaminación ambiental, cuidando así nuestras fuentes de recursos para el futuro, lo que repercute en una menor huella de carbono y de agua", explica la gerenta general de Dayenú.
FIA se ha propuesto impulsar una serie de proyectos que buscan optimizar el consumo hídrico en las localidades más áridas del territorio nacional.
A partir de estas proyecciones, FIA decidió apoyar la iniciativa dados los beneficios que generará en los pequeños y medianos productores. Cuestión que se reflejará en la rentabilidad de las comunidades agrícolas, ya que por medio de este método "podrán aumentar sus utilidades entre un 5% a un 7% por hectárea sobre la utilidad que actualmente obtienen sin la tecnología", afirma Loreto Burgos, ejecutiva de FIA.
Aún en su fase pre comercial, el producto está a la espera de recursos que permitan su empaquetamiento a fin de iniciar su distribución en Chile y Sudamérica.
Pese al éxito que han obtenido diferentes iniciativas de las zonas centro y sur de Chile, los grandes desafíos están en el norte del país. Bajo este mandato, FIA se ha propuesto impulsar una serie de proyectos que buscan optimizar el consumo hídrico en las localidades más áridas del territorio nacional.
Fue así como en 2010, la Fundación puso sus fichas en una idea desarrollada por la Universidad de Chile, la cual se propuso mejorar la gestión y manejo del recurso hídrico a nivel intrapredial en el Valle de Copiapó. Esto por medio de la incorporación de nuevas tecnologías asociadas al control y programación del riego.
Para ello, se fortaleció la red agrometeorológica del valle mediante la implementación de estaciones en distintos puntos de la localidad, las que permitieron aumentar la cobertura de información climática entregando conocimientos asociados al uso de los parámetros para el cálculo de las necesidades de riego. Se actualizó también la zonificación climática de la Región de Atacama y se desarrolló un protocolo de control y monitoreo de riego capaz de resumir en forma didáctica la investigación aplicada y desarrollada en la iniciativa, convirtiéndose de esta manera en una herramienta de uso periódico para los agricultores.
Al mismo tiempo, el sistema permitió una auditoría continua de los equipos de riego gracias a la implementación de equipos de avanzada tecnología. Así lo indica su ejecutor Julio Haberland, académico de la Facultad de Ciencias Agronómicas de la Universidad de Chile. "A partir del fortalecimiento de la red agrometeorológica y el seguimiento permanente, la tecnología es capaz de revelar los puntos críticos donde se producen las mayores ineficiencias en el uso de agua de riego intrapredial, es decir, una pieza clave para el desarrollo sustentable de la agricultura", afirma el profesional.
La red agrometeorológica del Valle de Copiapó permite revelar los puntos críticos donde se producen las mayores ineficiencias en el uso de agua de riego intrapredial.
Finalizado en julio de este año, el proyecto tiene muy satisfechos tanto a sus ejecutores como a la Fundación para la Innovación Agraria. "Este proyecto permitió hacer más eficiente la utilización del agua en el Valle de Copiapó, al entregarle a los agricultores herramientas para un uso racional del recurso", destaca Juan Carlos Galaz, ejecutivo de FIA a cargo de la iniciativa. "Por un lado se creó una red agrometeorológica, aumentando la cobertura del valle con nuevas estaciones de medición conectadas entre sí, las que pueden ser consultadas vía web, actualizándose también la zonificación climática del valle. Y a nivel predial, se generaron protocolos de control y monitoreo de riego, que han sido incorporados por los agricultores como herramientas de uso periódico".
Si bien tales resultados se obtuvieron principalmente en la producción de uva de mesa (cultivo en el que se enfocó inicialmente el proyecto), según Galaz los beneficios de la red agroclimática son extensivos a todos los cultivos presentes en la zona. "Hace varias décadas atrás, el Valle de Copiapó fue pionero en el país en la incorporación de tecnologías de riego localizado, sin embargo se requería aumentar la eficiencia del uso del agua por las condiciones de escasez hídrica que ha venido enfrentando la zona norte en los últimos años, por lo que este proyecto ayuda a los agricultores en la toma de decisiones de cuándo y cuánto regar", subraya el profesional de FIA.
En la Región de Coquimbo, una de las zonas más áridas del país, se está desarrollando una iniciativa que sobresale no por incrementar la eficiencia en el uso del recurso, sino por adaptar un cultivo para que éste sea aún más resistente a la falta de agua. Hablamos del proyecto que busca fortalecer las capacidades de gestión, productivas y comerciales en las comunidades agrícolas vinculadas al cultivo del copao, fruto de una cactácea que se extiende profusamente entre los valles de Huasco y Choapa.
A partir de la adaptabilidad del copao, este proyecto se ha propuesto poner en valor a este fruto mediante la innovación en productos gourmet saludables, y posterior posicionamiento en mercados de nicho y puntos de venta especializados.
"El secano de la Región de Coquimbo presenta escasas alternativas agrícolas productivas, especialmente en períodos de sequía, lo cual acentúa el desempleo y genera migración y empobrecimiento de la comunidad. Sin embargo, se visualiza una interesante oportunidad en la cactácea endémica copao, considerada patrimonio histórico del secano y de sus comunidades agrícolas, cuyos frutos presentan propiedades funcionales y que, a partir de su pulpa, logramos desarrollar dos prototipos bebestibles", explica Angélica Salvatierra, investigadora del Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA), entidad ejecutora del proyecto. "De hecho, una pluviometría de 100 milímetros anuales es suficiente para producir copao bajo condiciones silvestres, pudiendo ser una alternativa productiva complementaria de ingresos para los campesinos que allí viven", agrega.
Según la profesional, las comunidades agrícolas (CCAA) de Limarí (67% del total de la región) cuentan con alrededor de 400 mil hectáreas, donde al menos en 20 CCAA se encuentra presente el copao, ya sea en poblaciones silvestres o en cercos vivos. "Los comuneros tienen interés por iniciar una actividad económica complementaria a sus sistemas productivos tradicionales, y mediante este proyecto ellos podrán perfeccionar y transferir los protocolos de elaboración de estos nuevos productos a los integrantes del Comité Productivo del Copao, fortaleciendo la cadena productiva y comercial", afirma Salvatierra.
Si bien en el marco del proyecto se comenzó trabajando con la cooperativa Rumpacoop, integrada por 24 comuneros durante su primer año de ejecución (2015), los expertos del INIA aseguran que en un futuro próximo los resultados podrán beneficiar a más comunidades agrícolas del Limarí.
De esta forma, esta iniciativa no sólo impulsa una producción innovadora en zonas de secano, sino que fortalece el rescate de una especie endémica del territorio chileno. Así lo expresa el encargado de FIA para las regiones de Coquimbo y Atacama, Mariano López. "La importancia de este proyecto radica en el rescate que se hace de una especie patrimonial que se produce de manera natural en sectores donde se depende principalmente de la escasa precipitación que cae en la temporada. Es una especie adaptada a estas condiciones de escasez hídrica y que da sentido a los requerimientos de la agricultura familiar campesina de fomentar el cultivo de especies de bajo requerimiento hídrico", señala.
"Por otro lado, el proyecto considera una agregación de valor, mediante la elaboración de distintos productos derivados del fruto, lo que se transforma en una real alternativa de diversificación productiva para los campesinos que actualmente se dedican principalmente al sector de crianza de cabras", destaca el profesional.
En 2016 se comenzarán a comercializar los primeros productos en tiendas especializadas de la Región Metropolitana.
Instalada en el inconsciente colectivo a través de películas hollywoodenses y revistas científicas, actualmente la inteligencia artificial (I.A.) alcanza rubros antes impensados por sus creadores. Uno de ellos es la actividad agrícola, la cual ha sabido apropiarse de esta tecnología mostrando sorprendentes resultados en sus procesos de producción. Fenómeno del que Chile se ha hecho parte, por medio de creaciones relacionadas a un manejo eficiente del recurso hídrico en cultivos que se han visto afectados por la sequía.
En 2009, con el apoyo de FIA, en los laboratorios de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (UCSC, Región del Biobío) se creó un equipo que controla de manera eficiente la irrigación y fertilización en plantaciones de arándanos a través de la inteligencia artificial, por medio de mediciones del suelo, el ambiente y las plantas. ¿Cómo? A partir de una red de sensores inalámbricos instalados en las plantaciones y fuentes de agua, que capturan y envían los datos a una interfaz que permite la interacción y monitoreo remoto. "Hemos disminuido los costos y mejorado la producción como consecuencia del buen uso del agua y los fertilizantes. Ello ha permitido que las plantas reciban sólo lo necesario para su favorable desarrollo", comenta Carlos Hernández, académico de la UCSC y ejecutor del proyecto.
El sistema ha logrado un ahorro de entre un 36% a un 52%, respecto al agua requerida para los cultivos de arándano, fruto que según Hernández demanda altas cantidades de este recurso para desarrollarse de forma óptima. "Gracias a esta iniciativa se pudo establecer un riego por demanda, operado con sensores inalámbricos a través de un monitoreo vía web de las plantaciones, optimizando así el uso del agua", señala el experto. Un avance tecnológico que hoy permite convivir con la escasez hídrica, a partir de una inversión de aproximadamente 250 mil pesos, apunta Hernández.
En suma, apostar por alternativas I+D+i es la decisión más acertada para enfrentar un fenómeno que, a juicio de expertos y autoridades, llegó para quedarse.