En Chile, la producción actual de trigo -elemento básico para la generación de harina y, a su vez, del pan que consumimos diariamente- apenas supera las 200 mil hectáreas, pese a que hace poco más de 40 años teníamos cerca de 600 mil hectáreas dedicadas a este cultivo. Esta dato no es menor si hablamos de seguridad alimentaria, concepto que, según la definición de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), busca garantizar a las personas que tengan en todo momento acceso físico, social y económico a alimentos suficientes, que estos sean inocuos y nutritivos y que cubran las necesidades de una vida activa y saludable.