Crisis hídrica: mientras exista innovación, hay esperanza para la agricultura

Por Nicolás Ruiz-Tagle, jefe de proyectos e innovación de Dripsa.

29-jul-2022

Fuente: Biobío Chile

De acuerdo a la FAO, hacia 2050 seremos 10.000 millones de habitantes en el planeta, lo que nos obliga a incrementar la actual producción de alimentos un 60% si queremos abastecer a toda la población. Este escenario plantea un gran desafío desde el punto de vista hídrico, dado que la escasez de agua a causa del cambio climático ha perjudicado fuertemente a la agricultura y otras industrias.

La escasez hídrica es un problema que se arrastra por más de una década en Chile, motivando al mundo agrícola a implementar diversas tecnologías y avances, alineando al rubro en la búsqueda de la optimización del agua.

A inicios del siglo XXI, el riego se realizaba de forma rudimentaria, a través del sistema conocido como riego por tendido o inundación, lo que generaba entre un 30 y 40% de eficiencia. Ese fue un primer paso para el agro, pero hoy las empresas dedicadas a este servicio y el agricultor se enfrentan a un escenario más complejo, que los obliga a avanzar con mayor premura hacia la tecnología y la automatización.

Hace alrededor de 25 años, se empezó a instalar en el rubro el uso del riego tecnificado, principalmente por aspersión y goteo, e irrumpiendo con fuerza en Chile. Por ello, hablar de tecnología e innovación hoy es poco visto en el agro, porque se cree que los sistemas ya están creados.

Sin embargo, día a día especialistas se abocan a la tarea de innovar sobre lo que ya existe, con el objetivo imperativo de que el agricultor utilice el menor recurso hídrico -30% o más- aproximadamente de ahorro en agua, como energético -de alrededor de un 20% menor- y tener una producción igual o mejor a la que tenía con un sistema antiguo. Hablamos de una eficiencia de un 30% a un 40% cuando se trata de riego tradicional, porcentaje que se eleva a un 75% en el caso de la aspersión, y de un 90% a 95% cuando se emplea el goteo.

Estos sistemas se pueden utilizar en todo tipo de cultivos, desde frutales como paltas, hasta plantaciones anuales como el maíz, alfalfa o trigo. Si a ello sumamos avances tecnológicos, como la telemetría y automatización, que permiten realizar una gestión sobre el recurso hídrico, mejoramos enormemente el aprovechamiento del recurso.

Si bien el agricultor es de un perfil más bien conservador, en este último año y dada la escasez que hemos vivido del recurso hídrico, se ha ido adaptando a estas nuevas tecnologías, que se han ido incorporando a su vez en los campos desde la pequeña a la gran agricultura.

Y es que en palabras simples, con los nuevos sistemas de riego, el agricultor asegura su producción: O produce lo mismo, o produce más, porque hoy en día hay mucho terreno o agricultor que riega en exceso por temor o por no saber cuánta agua necesita su planta. De hecho, en algunos casos la planta está sometida a un estrés por un sobre riego. Con esta metodología le da exactamente el agua que necesita, por lo tanto no se corre el riesgo de producir menos.

Una de las dudas habituales del pequeño agricultor es si conviene o no invertir en este tipo de tecnología si se trata de un número menor de hectáreas, y la respuesta es sí, ya que si bien implica un mayor costo monetario, a largo plazo los sistemas por aspersión o goteo permiten ahorrar cerca de un 65% de agua. Asimismo, al hacerlo de forma tecnificada, alcanza a regar toda su superficie, aportando a una mayor producción, mayor posibilidad de dar empleo y reducir el uso del agua que puede reservar, dejando su uso al vecino si fuese necesario. Es decir, por todos lados es un beneficio.

Hoy tenemos la posibilidad de entregar al agricultor una plataforma que permite detectar los gastos en el uso de agua, optimizar procesos y suministrar a sus cultivos la cantidad necesaria de manera eficiente para su desarrollo, evitando desperdiciar el recurso. Esto es algo que se podría describir como "un Lego", en el cual se van incorporando nuevas herramientas, desde un apagado a un encendido de bomba, apertura de válvulas, y luego sensores de humedad, sensores meteorológicos que miden el viento y la lluvia y con eso se puede sacar una cuenta corriente del campo en cuanto a la oferta y demanda de agua en su campo.

El agua, un recurso vital para todos, se está perdiendo de forma alarmante. Si supiésemos cuánta agua se va a ríos y mares de manera innecesaria, porque se emplean sistemas de riego indiscriminado, nos daríamos cuenta de la importancia de racionalizar su uso lo antes posible.

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