“El desafío para las empresas chilenas es mirar el agua como un recurso estratégico del cual dependerá el desarrollo futuro”

Durante este mes se comenzará a implementar en el país el Certificado Azul, un acuerdo de producción limpia mediante el cual las compañías podrán aplicar medidas concretas para la gestión sostenible del recurso hídrico, y que les permitirá rebajar de impuestos el gasto en manejo eficiente del agua. Una de las instituciones detrás de este instrumento es Fundación Chile, cuya líder de Estrategias Hídricas, Claudia Galleguillos, explica que se trata de un mecanismo “para avanzar en la ejecución de acciones y soluciones con beneficios colectivos en los territorios de influencia, buscando la sustentabilidad del recurso”.

02-mar-2021

Fuente: País Circular

Ante los evidentes problemas del agua en Chile, ocasionados tanto por el cambio climático como por la mala gestión del recurso, desde diversos organismos nacionales e internacionales se realizan llamados a adoptar medidas de forma urgente y con efectos en el corto y mediano plazo. De no ser así, las previsiones son catastróficas; por mencionar solo una alerta, un informe del World Resources Institute (WRI, 2015) ubica a Chile entre los 25 países del mundo que sufrirá mayor estrés hídrico al 2040.

Existe cierto consenso en que las medidas deben ser adoptadas de forma transversal, con énfasis en los sectores productivos que usan el agua de forma intensiva, y que deben considerar los impactos sociales y ambientales, particularmente en los territorios donde se implementen.

En este contexto, el 22 de marzo se firmará el Acuerdo de Producción Limpia (APL) denominado Certificado Azul, mediante el cual se busca promover la eficiencia hídrica en las empresas. Este APL es impulsado por la Agencia de Sustentabilidad y Cambio Climático de CORFO (ASCC) y Fundación Chile (FCh), y se gestó en el marco del proyecto SuizAgua del Programa Latinoamericano "El Agua nos Une", en el cual participan varios organismos públicos y gremios productivos chilenos.

La líder de Estrategias Hídricas de FCh, Claudia Galleguillos, quien ha estado a la cabeza del proyecto SuizAgua Chile, explicó que el Certificado Azul "es un instrumento voluntario, mediante el cual las empresas pueden implementar acciones concretas para la gestión sostenible del recurso hídrico en Chile, mediante el uso eficiente y sustentable en la producción de bienes y servicios".

Asimismo, dijo, este APL "fomenta la mirada desde la empresa hacia el territorio, desde el punto de vista de los riesgos y los beneficios compartidos con otros usuarios en el entorno, incorporando variables ambientales y sociales en sus estrategias de desarrollo".

¿Cuál es el principal objetivo del Certificado Azul y qué impacto real podría tener para enfrentar la escasez hídrica?

El objetivo del Certificado Azul es impulsar la gestión hídrica del país y la seguridad hídrica del territorio, promoviendo la eficiencia en el uso del agua en los procesos productivos y servicios a través del uso de herramientas asociadas a la medición de huella de agua, gestión de información, planes de gestión y responsabilidad social del agua, entre otros, implementando acciones reales que impacten en el territorio y los actores presentes en él.

Esta certificación reconoce el rol que poseen las empresas en la gestión del agua local, convirtiéndose en un mecanismo de inversión público-privado para avanzar en la implementación de acciones y soluciones con beneficios colectivos en los territorios de influencia, buscando la sustentabilidad del recurso.

¿Por qué es importante considerar a los territorios en estos procesos?

Es importante considerar que, si bien el problema del agua es global y afecta a gran parte del planeta, los impactos y las acciones que se deben realizar para adaptarnos a las nuevas condiciones climáticas son locales, donde se deben analizar los diferentes actores que intervienen en una cuenca o un territorio compartido. El análisis desde el punto de vista territorial puede variar dependiendo de las características de cada territorio, impacto de las intervenciones, actores involucrados, los mecanismos de coordinación y gestión local principalmente.

Desde el punto de vista de la sostenibilidad de los procesos productivos, el entorno representa un riesgo para la gestión del agua, dado que una empresa puede invertir en ser eficiente y tener cero descargas de residuos líquidos, sin embargo, igual posee el riesgo de quedarse sin agua o deteriorar su calidad porque otros actores en el entorno hacen un uso inadecuado de este recurso. En este contexto, se considera necesario que los principales usuarios del agua comprendan el uso que hacen de este recurso y sus impactos; comprender cómo se comporta y se desplaza el agua en el medioambiente, así como el uso del agua que realizan los otros sectores para identificar los riesgos asociados y plantear acciones estratégicas que aporten a una gestión sostenible del agua en los territorios de influencia, sosteniendo el desarrollo futuro del conjunto de actores que comparten las mismas fuentes de agua.

¿Cualquier empresa puede obtener esta certificación?, ¿qué debe hacer para lograrla?

Los sectores prioritarios que deben formar parte del Certificado Azul corresponden en especial a sectores productivos, ya que en ellos se reconoce un uso intensivo de los recursos hídricos para el desarrollo de sus actividades económicas.

Por otro lado, el Certificado posee dos principios fundamentales: gratuidad y solidaridad. El primero se verifica en tres niveles que incentivan un continuo avance en los desafíos, permitiendo así el ingreso y reconocimiento diferenciado para la participación de las pequeñas empresas. El segundo, la solidaridad, apunta a que las grandes empresas podrán apoyar a su cadena de proveedores para obtener la certificación.

Respecto a la obtención, existen seis pasos principales, que se inician cuando la empresa manifiesta su compromiso de trabajar en conjunto con el Estado para abordar la gestión del agua. Posteriormente postula y presenta la documentación pertinente: antecedentes de identificación, cumplimiento legal, relativos al uso de agua y compromisos ambientales y antecedentes técnicos. Con esos datos, la ASCC realiza una evaluación de admisibilidad, tras lo cual la empresa se adhiere al APL y desarrolla la medición y verificación de agua directa e indirecta, presentando e implementando proyectos de reducción de huella de agua y responsabilidad social del agua.

A continuación, un auditor externo verifica los resultados del proyecto y su implementación, los que deben ser validados por los servicios públicos adscritos al comité coordinador del Certificado Azul. Con todo esto, la ASCC emite la certificación.

Asimismo, las empresas que ya han medido su huella de agua bajo la metodología ISO 14.046 (previo a la firma de su compromiso en el marco de este APL), ya sea grandes, medianas y pequeñas, podrán ingresar al proceso, habiendo realizado una verificación de su medición de huella, e indicando a cuál nivel de Certificado desea optar.

¿En qué consiste la aplicación de la herramienta Huella de Agua (ISO 14.046)?

La ISO 14.046 es una metodología aprobada en 2014 para evaluar la Huella de Agua sobre la base de Análisis de Ciclo de Vida (ACV) para que las empresas puedan mejorar continuamente el adecuado uso y potenciales impactos que poseen sobre el recurso hídrico. Es una métrica o métricas que cuantifican los potenciales impactos ambientales relacionados con el agua, siendo un indicador geográfica y temporalmente explícito, ya que no solo muestra el uso de agua y su correspondiente consumo y contaminación, sino también el lugar y tiempo en el que ocurre.

¿Existen incentivos para que las empresas adhieran a este APL?, ¿cuáles?

Existen múltiples incentivos, como la sostenibilidad del negocio, fortalecimiento de la imagen ante clientes y proveedores, afianzamiento de las relaciones con comunidades vecinas, e incremento de la competitividad a través de la gestión eficiente del recurso, que permite a su vez reducción de costos operativos.

Además, están los incentivos propios de estar alineados y contribuir en políticas de gestión climática, como el Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático 2017-2022, Contribución Determinada a Nivel Nacional (NDC) del año 2020, Contribución en Adaptación N°7 (específicamente el punto A7.b de la actualización de la NDC), y Diseño Plan Nacional de Adaptación de Recursos Hídricos.

Hay muchos otros beneficios y, hace pocos días, se anunció que el Servicio de Impuestos Internos (SII) acogió el reconocimiento como gastos deducibles de la renta a aquellos incurridos en el proceso de obtención del Certificado Azul, lo que marca un cambio relevante en la forma como las empresas participan en la gestión del agua en Chile, fomentando la inversión público-privada de soluciones hídricas internamente en sus procesos, pero también en su cadena de proveedores y el entorno.

Como antecedente de esta APL, Fundación Chile informó que en el marco del proyecto SuizAgua se han "realizado 41 proyectos con una inversión de más de US$5 millones, logrando una reducción en el uso de agua de 715.590 m3/año, lo que ha beneficiado a más de dos millones 800 mil personas". En relación a esos datos, ¿cómo calculan la cantidad de personas beneficiadas?, ¿de dónde proviene el dinero de la inversión?

Estos datos son el resultado del proyecto SuizAgua, del programa latinoamericano "El Agua Nos Une", iniciativa liderada por Fundación Chile en nuestro país y financiada por la Agencia Suiza para el desarrollo y la Cooperación Suiza (Cosude) que impulsó el Certificado Azul en Perú y ahora en Chile. En esta iniciativa han participado más de 56 empresas en Colombia, Perú, Chile, Brasil y México. En Chile se desarrolla desde 2013 con la participación de 20 empresas líderes, las cuales fueron pilotos para el diseño y aplicación de la ISO 14.046, haciendo proyectos para reducir su huella de agua directa (eficiencia en sus procesos productivos) e indirecta (cadena de proveedores), abordando además los riesgo y oportunidades del territorio (RSEAgua o valor compartido). La inversión corresponde al costo de los proyectos realizados por diez empresas en Chile desde el año 2013 al 2019, donde la reducción corresponde a proyectos de eficiencia hídrica principalmente, y los beneficiarios son las acciones colectivas de RSEAgua en los territorios compartidos con otros usuarios.

A partir de esa experiencia, ¿cuáles diría que son las principales dificultades que enfrentan las empresas para mejorar su gestión del agua?

El principal desafío que han debido enfrentar las empresas es el cambio de paradigma que significa pasar de gestionar el agua en los procesos productivos a involucrarse en la gestión estratégica del agua en los territorios de influencia, los cuales representan los reales riesgos y oportunidades para sostenerse en el tiempo, porque el agua se comparte con otros usuarios que también la necesitan, incluyendo las comunidades vulnerables y el medio ambiente. En estos casos, el desafío ya no es realizar acciones de sustentabilidad, sino que mirar el agua como un recurso estratégico del cual dependerá el desarrollo futuro, donde se debe seleccionar bien la inversión a realizar. Por ejemplo, si un acuífero comienza a bajar significa que la extracción de agua es mayor a su recarga, por lo tanto, si miramos la sostenibilidad de esa fuente de agua, se debería privilegiar la recarga de acuíferos o reducir la cantidad de agua extraída, en vez de continuar profundizando los pozos.

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